Hay días terribles,
serán las hormonas, pero a veces, solo a veces, parece que el universo se
conjura en contra nuestra y ya nada puede salir bien. Nos levantamos y si
tenemos la suerte de poder escuchar las noticias, mientras apuramos un café
sacarinado, nos desgajan el alma y ya nos amargan el día. Nada, ni nadie,
parece salvarse, todo es critica gratuita y despellejarse a manos llenas. Hasta
los acróbatas de “mira quién salta” terminan por darse mamporros, a fuerza de
poner la mano en la audiencia y querer ganarse unos euros. Es curioso verlos en
bañador, porque las carnes no perdonan y “perdemos mucho en paños menores”,
como decía mi abuela, y más si nos lanzamos de cabeza, acojonados, sin saber adónde,
que es lo que hacemos muchos españoles que nos hincamos cada día la esperanza
en la chaqueta y salimos a paso firme a batirnos en duelo con la realidad. El
otro día , un amigo periodista, se enfadaba por el fraude del sacadero, más
bien coladero , de dinero de caja canarias a costa de la fusión, absorción, de
la Caixa , pero si miramos a nuestro alrededor, es lo que hay, gente que
vulnera la norma para colarse por los lados, para sacar ventaja, desde los
mandamases del país, hasta las cloacas, siendo más fácil ver a un mendigo
rumano, devolviendo una cartera llena, que a un político, si no lo enfoca la
televisión, dando pan a un hambriento. Las mujeres nos peleamos, no
por otras mujeres, sino por sabotearnos, por jodernos y aplastarnos y a mi hija
le cortan el traje nuevo, porque la señorita se lo había alagado, pequeña
muestra que vale lo que un botón en la túnica de un purpurado. Fumata blanca de
nuestras esperanzas, que no habita en la tierra, ni la paz, ni la prosperidad y
que estamos abocados a ser viejos, no tener pensión, que echarnos a la boca y
morir sin que nos visiten nuestros nietos , que serán alemanes o noruegos,
pobretones de capa caída y arios por entero, con cabello negro. Porque donde
hay trabajo, allí se irán, ya se han ido muchos y no volverán , porque no son
obreros poco cualificados que ahorren hasta en la supervivencia, para hacerse
una casita en el pueblo , después de treinta años, como sus abuelos, sino que serán pateros arreados por
patrulleras, emboscados en la mar de vikingos comediantes , que frenaron a los fenicios
su avance , no por guerras , sino por frío e hielo, secándoles sueños y
congelándoles las túnicas purpuradas, el aceite de oliva y la simientes de
higuera. Hay
días que son terribles , cuando te dan la espalda después que pusiste la cara,
te ríen por delante y te rajan por detrás , te visitan después de años para
pedirte favores y encima, si no puedes hacerlos , te insultan, porque debes ser
memo y llevarlo escrito en la cara , como un logotipo que todo el mundo ve
menos tú, que luces como idiota , cuando te miras a la luna del espejo y quedas
reflejado.
Ana, hoy dueles especialmente.
ResponderEliminarHay días terribles, pero incluso en ellos hay que encontrar el resquicio de la sonrisa que nos salva.
Un abrazo
Ando bajita , Pilar. Intento no quebrarme y vosotros sois mi diván para no hundirme en la desesperación. Supongo que para eso están los amigos. Vendrán buenos tiempos y los compartiremos con risas, pero será mañana, hoy, estoy de duelo.
ResponderEliminar