
Nos hemos llenado el
cuerpo de miedos e incertidumbres. Aislados, que no solos sino cubiertos de
dudas y cavilaciones. Son tiempos difíciles para quien no esté enganchado a una
videoconsola o le dé por estudiar para sacar ventaja. Los
que somos guerreros de la calle y taxistas sin paga, lo echamos de menos, solo
que no lo decimos porque parecemos insolidarios. Antes me gustaba robar minutos
al horario preconcebido, a esa carrera absurda que los humanos aparejamos en el
día con cosas tan inútiles como llevar a nuestros germinados de un sitio a
otro. Es curioso porque cuando los concebimos no fuimos conscientes de la responsabilidad,
sino que solo vimos en rosa de película porque las jodidas hormonas nos llevaron
a verlo justamente así. Habrá parejas que fuera de sus horarios habituales se
darán cuenta de cuánto les ha engañado la vida, sin notar-hasta ahora de
confinamiento- cuándo dejaron de amarse o de respetarse. Saldremos porque la
humanidad está hecha de retrocesos e impulsos; Saldremos porque la Economía nos
llama y tenemos que reponer este engranaje que somos de un Todo mayestático e
invisible. Mientras, aquí estamos varados sin playa a la vista con rocas clavadas
en la quilla, acordándonos de todos los demonios marinos que nos la han jugado.
Me
siento rara, aún más rara que antes, aún más pérdida, más temerosa, más compungida,
mucho más defraudada. Porque los días se extrapolan, solapándose uno contra
otro; Las horas no significan nada, mientras se nos desangra la Economía sin
saber a dónde nos llevará toda esta locura pandémica. No nos criaron entre
algodones para esto, no sacarán héroes de tanto burgués apegado a su terraza, a
su piscina de hotel, a sus viajes del Imserso, ni a sus cafelitos con las amigas.
Queremos lo que nos ha robado la jodida pandemia. Siempre quisimos al perro del
vecino y su bote de madera, ahora no íbamos a ser menos, solo que nos hemos
dado cuenta de que no hay vecino que se salve, ni bote en el que remar a buen
puerto. Estamos jodidos porque hemos puteado al Ecosistema, hemos probado a ser
dioses y el tiempo nos ha escupido en la cara. Es hora de valorarnos con un simple
test de permanencia en casa. No sé si lo pasaremos. Yo al menos, que me enclaustro
sin poderme ver en la luna de los espejos. Voy a salir con miedo a contagiarme,
porque tenemos necesidad de víveres y tengo un padre octogenario que me espera.
Pero también tengo una madre en Residencia de ancianos respirando en lenta sucesión
de vahídos como damisela del XVIII. Es normal que
tenga miedo porque nunca he tenido madera de heroína. Así que intento
sobrevivir más que nada a mi miedo y a la racionalidad que me dice que tendremos
que esperar un tiempo para que volvamos a ser lo que fuimos. Intento
despiojarme los miedos y las dudas como los perros al agua del baño.
Superaremos este reto. Denme fuerzas para hacerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario