Andamos de
contracciones para no parir nada bueno. Los políticos cierran filas( mueven
peones) y el pobre Urdangarín tiene que
cambiarse la camisa por una camiseta. Son los nuevos tiempos en los que
alternar con infantas ya no es lo que era. No hay mucho trabajo que se diga, ni
en las mejores condiciones. Los cines se cierran para transmutar en hoteles. Y
los niños nos crecen en las barbas para condenarnos a ver que el tiempo es un
mierda que hace con nosotros lo que le da la gana.
Si quieren empezar a vivir de verdad, trabajen en un geriátrico. Si no
quieren- o no pueden- vayan a visitar a sus residentes. Se darán cuenta que sic transit gloria mundi est , que
traducido a nuestra jerga significa que nos arrugamos a saltos de comba o a crepitaciones
de la bolsa. No
es amor todo lo que reluce, si no que se lo digan al discapacitado sentado en
el banquillo por abuso sexual en la Audiencia al que el padre de su novia
(también discapacitada) acusa entre otras cosas de sacarle cuartos para una
hipotética boda. Y
es que cuando eres padre( o madre) lo trabajas a jornada completa y a
perpetuidad. Y es que” ese amor” está en
nuestra genética, desde que nuestros ancestros los sapiens donaron su genética
a todos los que evolucionaron con ellos, a saber neandertales y denisovanos.
Los últimos son nuevos, sí. Producto de un trozo de meñique, tres dientes y una
mandíbula rota, pero ya les están escarbando en el ADN así que pronto podremos
saber qué hacían, con quién cohabitaban y por dónde exactamente. No es
que nos importe mucho, porque mientras no se ralle Netflix o acaben los
realitys o las redes sociales, ya nos pueden dar ácido hilaurónico por vía anal
que nos quedamos tan tranquilos. El mundo es un lodazal que los artistas
plasman con bellezas infinitas porque a ellos nos les duelen los juanetes, ni
las axilas les supuran, ni los niños los joden, ni las hipotecas los aplastan.
Ellos pululan, visualizan y vegetan entre gallinas que no ponen huevos , sino
que se regocijan de un pasto siempre verde en libertad de teleserie americana
de hippies. La vida es una cloaca estrecha y maloliente en la que siempre estás
corriendo, peleando, sufriendo e intentando avanzar casilla para que al final
de ésta, cuando has llegado a meta solo haya un socavón o una escalera empinada
como la de la pobre porteadora marroquí que solo quería sacar adelante a sus 5
hijos, pero que se desnucó por ir a
hacer sus necesidades lo más alejada posible de los que esperaban como ella,
para trabajar. La
vida es una basura cuando tienen que llevarte a juicio porque te ha hecho una
felación una discapacitada con un altísimo porcentaje de retraso, que además ha
sido grabado por un compañero de centro. Lo es, porque tu discapacidad no es
debida a retraso mental y ella es frágil
y manipulable, porque tiene 52 años y la mente de una niña. Los padres sufrimos
en la indignidad, en la impotencia, en la desesperación de no poderles proteger
todo lo que queremos porque se hacen mayores- algunos- pero aún no saben todo
lo que aprendimos a golpes traperos , a puñaladas descarnadas y a puntos
muertos. Porque no somos listos, sino muy viejos. Pero no nos dejan, ni los
políticos, ni la vida, ni el maldito tiempo que se burla de nosotros al desdentarnos,
al cegarnos y lastrarnos de manos y piernas. Nos condena a la ignorancia, al
babeo, a la bobería o -peor aún- a la más
evidente inteligencia, anclada en el cuerpo senil de un maldito
moribundo. Los que nos antecedieron fueron idiotas sapiens, propagadores de este
virus mortal que nos hace temporales, corruptos, intangibles y volátiles como
polvo en ojo ajeno, como ceniza llevada por la tormenta. Como masa preparada al
horno por hábil panadero, como discapacitada aspirando mientras otro la graba
para deleite de algunos pervertidos que se burlarán de ella , porque somos tan
mierdas que somos olemos axilas y putrefacción, jamás paisajes con amaneceres desbordantes,
ni pechos llenos de leche . Solo viejos en espera, ciegos, sordos, mudos, con
hormigas por el cuerpo .
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