Hay muchos que deshojan la margarita de las
nuevas elecciones. Intereses patrios, por las muchas bocas por saciar. La Política
es lo que tiene, que pasó de plazas públicas a salones imperiales; Y de ahí a
lo que tenemos ahora que es marejada de encuestas y propagación de navajazos.
Me da igual, sinceramente. Ellos se las apañen, porque al final el camino es
tan cierto como el pájaro muerto de Germán, el tiñoso. Tan visual y vívido que
a poco que pusiéramos oído lo escucharíamos crujir y suspirarse. La vida supura emociones, nos
da alegrías y muchos hijos de mala genética que parece mentira que con tantos
adelantos aún no hayamos conseguido erradicar la mala leche. Nunca he querido
hablar de Política, no porque no me interese, que también, sino porque es muy
aburrida. Las politicadas son tan previsibles como quién ganará el Gran Hermano
o cómo van a hacer para alimentarse uno de otro como si se tratase de venas
periféricas. El corazón de la Política somos nosotros, no se les olvide; Nosotros
los que lo movemos todos, porque ellos sin nosotros no son más que papel mojado
bajo la lluvia , arrastrado hasta las cloacas. En cambio, nosotros ponemos
semilla en urna y nos creemos especiales por hacerlo. En serio, yo me siento
especial como si les hubiera mojado con lengua de vaca el flequillo. Porque
somos tan imbéciles que no sabemos de Política Internacional, ni de amaños ficticios,
ni de Compañías Multinacionales. No sabemos de espías, más que los que vemos en
las series, escurridizos y atléticos como los de los maratones. El “niño, que tu
padre te va a pegar” de mi abuela, no sonaba a advertencia en aquel coche de los
setenta todo latas y sin cinturones de seguridad, igual que ahora no somos
conscientes de que el tiempo transcurre y hay una piedra de río que lleva
tatuado el nombre de nuestra nuca. No
somos valientes más que de protestar, enfadarnos y reírnos a carcajadas porque
a eso le llamamos vida, exactamente igual que mi hijo adolescente, con la misma
visión de futuro y el mismo ardor guerrero. No nos importa más que el
transcurrir de los meses, aún sin calendarios y festividades de números en
rojo, porque nos hemos hecho adultos y los que nacimos en los sesenta nos
criamos con el Camino y lo bebimos a dos tetas, mientras que ahora se alimentan
del Fortnite a dos mandos y unas teclas.
Hemos envejecido, nos han pasado elecciones por la chepa y tenemos que ver
anuncios electorales, tragarnos mentiras adobadas y creernos importantes porque
vamos a elegir a quien va a ganar el Gran
Hermano, tan amañado y previsto como el
pájaro muerto de German, el tiñoso, al que solo su madre le daba credibilidad
por lo mucho que le dolía la muerte de su hijo. Nos van a pegar azotainas con
los callos campestres de la vida, pero tenemos el canallillo del culo bien dispuesto
porque nacimos apalabrados para ello.
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