jueves, 21 de marzo de 2019

CUESTIÓN DE CONFIANZA



No sé si saben de los niños encontrados en Godella. Estamos en una constante sucesión de horrores. Las ballenas encarceladas sin culpa en Rusia solo por avaricia, ancianos maltratados y niños muertos.                                                                                                          No es una película de Disney cuando nos comemos esta realidad que no es de pasos de peatones, sino de gente que transita aceras sin mirarse a la cara.                                               Hemos construido una sociedad donde preferimos que la gasolina nos la dispense una máquina que un señor barrigón o una chica pecosa.                                                                  Nos encanta conversar y querer a nuestros amigos imaginarios de Internet que existen , pero muy lejos porque somos solitarios empedernidos, necesitados de ese afecto humano que ya no encontramos por ninguna parte.                                                        Somos ballenas varadas- belugas por más apellido- que bebemos la misma agua reciclada, porque un Dador universal nos ha puesto aquí y no en otro lado.                           Los pobres críos que han tenido la desgracia de morir a tan corta edad, son la consecuencia del abandono de todos, de la poca importancia que le damos a lo esencial y de que lo que no contribuye a enriquecernos de alguna forma lo obviamos.                            Han denunciado otro maltrato a una anciana de 90. Esta vez – afortunadamente-sin desenlace muerte, pero sí con estafa de muchos euros.                                                       Se me ha venido a la mente un amigo rondeño muy querido -al que llamaba a menudo- con el que debatía desde cuestiones políticas hasta entrañables.                                                  Lo cuidaban en su postración obligada tres mujeres, una cada 8 horas. Fuera del trabajo matinal que consistía en labores de higiene dada su falta de autonomía, estaba el resto del día en el que lo llevaban de paseo o le acompañaban a ver películas en casa. Se creaba entre ellos una fraternidad muy especial que hizo que cuando una de las cuidadores se fue, él la echara terriblemente de menos. No ha sucedido esto en el caso de la anciana de 90 porque han esquilmado sus ahorros a base del limpiarle la tarjeta de crédito, pero no es la punzada en nuestra conciencia esa infamia, sino qué estamos haciendo con nuestros ancianos y nuestros vulnerables niños. Resultado de imagen de ballenas                                                                                                                           Se huele la ansiedad de las ballenas encerradas, esperando que algún famoso (llamésmole Caprio) clamen internacionalmente por ellas para que sean liberadas y no llevabas a un zoo chino para deleite del que más paga.                                                                            Utilidad es lo que preside nuestra sociedad, uso , disfrute a cambio de beneficio. Trabajar- ahorrar- para que no te falte como la hormiga , para que después vengan aprovechados a meter mano a saco en tu debilidad.                                                                                   Esa misma debilidad que ha condenado a dos críos de tres años y cinco meses a una muerte injusta, porque qué importante es tener quien te cuide y vele por ti en los momentos de mayor necesidad y desamparo.                                                                        Nos apretamos para cuidar a nuestros hijos, nos tragamos espadas verticales, tirándonos al vacío, sin pensarlo, solo saltando. Se nos clavan en la médula hasta que un día -cuando tenemos los ojos llenos de legañas sentados en una silla de geriátrico- creemos ver entre las brumas del entendimiento que han venido a vernos esos que tanto nos costó criar con nuestros pechos.                                                                                                           Qué injusta es la vida con la oxidación de los cuerpos, qué injusta la ELA, qué mala perra  que condena a los cuerpos dejándose pudrir a las mentes. Qué mala suerte la de los críos, que hubieran sido la bendición de familias que quieren adoptar con tanta desesperación que pierden hasta la cabeza, entre lloros y deseos, gastos interminables a clínicas de reproducción y vaivenes de servicios sociales.                                                         La vida es miseria de pecera de pocos metros, de guano de buitre, de niños enterrados, de ancianos torturados y estafados, de enfermedades sin cura. Porque preferimos una máquina que no nos moleste que un tipo barrigón que nos eche la gasolina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario