La mujer que han
asesinado en los Pajaritos no es un caso más de violencia de género, sino que
parecía predestinada a ser sparring de un condenado por apuñalamiento. Fue su hijo mayor –el de doce-
el que llamó a Emergencias para decirles que a su madre la habían matado en el
rellano de las escaleras. Este
hijo que ahora ha hecho activarse los Protocolos de Menores, porque su padre
biológico- que no era el presunto- está en la cárcel pagando penas de
agresiones y malos tratos. La
mujer lo tenía claro, en su vida no entraba nadie limpio de polvo y paja, ni
que la quisiese para otra cosa que pegarla. La
han matado porque la Muerte la esperaba en el rellano de la escalera y todos
sabemos la paciencia que tiene la calva. Era
ella u otra, tampoco la hacía temer no tener caza fresca, porque el presunto
había sido denunciado por cuatro ex compañeras sentimentales a las que le daba-
a placer- lo que antes se llamaba ”mala vida”·. Te
da que pensar porque hay muchos que dicen que la violencia de género( las
muertes que conlleva) no tiene que ver nada con el machismo, pero vemos- y nos
duele- cuando entendemos que este presunto, mujer que conocía , mujer que maltrataba,
hasta que ha matado a la última que tuvo la desgracia de no darle pasaporte
antes que él a ella. Porque son buscadores incansable de mujeres fracturadas,
heridas en su orgullo y minusvaloradas. Alguien las uso
de sparring y bajaron la cabeza, asumieron que ese era su rol en la vida , como
si alguien pudiera nacer para ser machacada a palos. Luego
se activan los protocolos y los de la Local estaban avisados porque el que
estaba- y está- a buen recaudo en la cárcel tenía una orden de alejamiento,
pero el nuevo no, no de esta pareja, aunque sí había denuncias previas. Debían
de estar hartos de oírla denunciar, como si fuera la telenovela del barrio,
siempre la misma mujer con el mismo problema, como si la vida se hiciera bucle
y se estancara en una imagen imperfecta de un mamón dando una bofetada y una madre,
recibiéndola. Los críos (de doce y nueve) deben estar muy asustados, heridos en
su equilibrio vital, desolados y rotos, habiendo visto en sus pequeñas vidas
tanta violencia continuada. Ahora todo seguirá y el presunto continuara su
búsqueda incesante hallando otra Paloma sin paz, a la que desplumar atada a una
casa y unos hijos tal vez de otro tan miserable como él mismo. Lo mismo se ven los dos maltratadores
las caras en la trena y se matan a puñaladas. Nunca será justicia carcelaria la
que solucione la violencia de género, ni el maltrato, ni el machismo, ni la
orfandad de los que menos pueden defenderse. Hay que ir al origen del mal, al
menosprecio del boxeador ante un saco de arena, ante el sparring que nació para
recibir sus golpes en su mente enferma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario