Cuando no está es porque se ha ido. Estás obligada a
entenderlo. Y lo entiendes. A fuerza de
dolor, pero lo entiendes. Pero cuando hay avances en la investigación o alguien
logra sobrevivir, no es que no te alegres es que te duele aún más la ausencia.
Una cría de 15 años lo ha logrado, pero no mi amiga del corrillo. Esta última
deja un crío de 13 y una niña de 15 como la que se ha salvado. No es que te amargura el dulce, es que nunca llevó azúcar. Una enfermedad que se cura envenenando al cuerpo nunca podrá dar más
alegría que la de exterminarla como a las alimañas. El
dolor parece que se atenúa porque el tiempo hace pasar las hojas del calendario
y amanceba estaciones, pero persiste aletargado, oscuro y profundo como el
monstruo del lago Ness. Espera a que alguien se salve o se haga público un
avance médico en las noticias para partirte el alma, dejándote tirada,
miserable como la muñeca rota en que te convertiste.
Las
zapatillas ya no están en casa porque los pies que las calzaban no
sobrevivieron a la última batalla. No es que te dé rabia que otros lo
consiguieran, sólo que no lo hiciera él. No es que los avances no sean gloria
en tus oídos, sino que llegaron tarde para ofrecerle una esperanza.
Pies fríos clavados en tu alma, dañina grieta que no cierra porque el
dolor duele sin consideración alguna a hojas de calendario o estaciones
almacenadas con el tiempo. Una niña de 15 se ha salvado y su padre está
radiante de felicidad porque el amor es ciego y nos entorta e ilumina. Yo
también lo estaría, la familia de Lourdes lo estaría, cualquiera lo estaría
porque la vida de los que más quieres es lo que más importa. El viudo de Lourdes- en su
funeral- dijo que había descansado y que murió con una sonrisa en los labios,
pero no me vale. Porque nada vale cuando estás plegado sobre ti mismo como los
Reyes oscuros del” Señor delos anillos”. Nada vale cuando te han arrebatado la
fuerza con una espada, clavándotela en mitad de la cara. Lourdes se nos
fue en mitad del verano después de pelear tanto con una sonrisa prendida en la
cara que la única liberación era la muerte para que dejara atrás tanto sufrimiento.
No
es que no me dé alegría que otros lo consigan, entiéndanme, he llorado con la
victoria de la niña de 15 años, pero sigo penando por los que no tuvieron esa
suerte porque conocen mi nombre y me
llaman. No digan cuando se salvan
que lo hicieron porque lucharon a manos llenas. Todos lo hacen, porque de lo
que se trata es de vida o muerte. No lo
hagan -por favor- porque otros se quedaron en la cuneta arrebatados por
el rayo de la fatalidad, pero nunca por las ganas de salvarse que eran- como
las de todos- sobradas.
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