viernes, 5 de octubre de 2012

PÁGINA EN BLANCO


Estamos esperando que el pilotito rojo del internet se ponga en verde, para poder ver los acertijos del futuro. Hay miedo y desesperanza, tanta, que los programas de reconciliaciones, de talentos perdidos, dan audiencias, porque el pan y el circo es lo que tienen que contentan al pueblo por unos pocos anuncios.                                                                          Los fascistas han aguardado bajo las piedras que se pasasen las tolerancias, que los emigrantes se vieran debilitados y sin trabajo y ahora se frotan las esvásticas, imaginando una Europa blanca, aria y uniformada, germen de masacres de pobres infelices que esconden la miseria en mercadillos, en barnices tintados de caras mulatas, en diferenciaciones y variabilidades que a ellos-los líderes de las fascistadas- les escuecen y marcan .                                                                                                                 
Las alegres chicas ucranianas – más parecidas a ninfas primaverales que a activistas convencidas-pelean como las amazonas con las téticas fuera y corean eslóganes pegadizos como los del 15 m y son retiradas -como ellos, por decir la verdad en la cara de quien no tiene oídos - por los aguerridos policías que deslizan guantes negros , por sus núbiles cuerpos, tapando rebeldes pezones y rubias melenas.                                                     Las riadas se llevaron casi todo en una España convulsa con marca de millones de parados, con jóvenes que emigran y viejos que rebuscan basura, yayo-flautas que declinan el sillón frente a la tele basura y los viajes del Inserso y se baten en últimas-quijotescas- cruzadas.                                                                                                            El piloto del internet que nos mantenía unidos a Europa está en rojo, nuestros números están en rojo, porque nos hemos desangrado sin darnos cuenta y se nos subido la mala leche y llenamos los depósitos de los coches con paradas infinitas frente a nuestra puerta y se acabaron las tapitas de los domingos, los convites y las ferias, se acabaron las ofertas y el comer pollo asado haciendo cola en la freiduría los domingos antes de ir a la playa. Se nos ha acabado un sistema donde las medicinas- para los que toda la vida habían trabajado­- estaban pagadas por su esfuerzo, se nos ha acabado la buena educación pública, esa que era reconocida en Berlín quedándose por cuatro marcos a nuestros mejores ingenieros. Se nos han acabado tantas cosas y a tal ritmo que los de Telecinco aguzan el ingenio farsario para deleitarnos con bobadas de separaciones y chuslerías, proclives romanos que saben cómo se las gastaban en el Coliseo y lo mucho que los emperadores debían, en su estabilidad , a contentar a los agradecidos espectadores, al tiempo que se les borraba la conciencia. La honorabilidad, el respeto y la conciencia solo son palabrejas del “pasapalabra”, porque solo se busca, en esta España de las picarescas, sacar resuello a tanta desdicha, de despidos masivos, de desahucios a la carta, de gente lastrada y seca, convalidándolos por invalideces de medio pelo que nos den de comer, por subvenciones caídas del cielo , mirando con esperanzas de bocas podridas a fascistas de marca blanca, voceadores de mentiras patrias, con banderas recogidas sobre bates de béisbol.

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