LOS MISERABLES
Hemos vuelto sin ganas
y eso que ahora es bueno volver, porque hay muchos que no encuentran el camino.
Demasiados que se han perdido entre las sirenas del paro, los cíclopes de las
hipotecas o las preferentes, los lotófagos de los eres extintivos y el tsunami
de la subida del IVA. Las
colas son más colas que nunca y nos vemos en blanco y negro, parodia de miseria
de lo que antes fuimos. En las paredes de nuestra alma maldita, cuelgan las
teles de plasma que hipotecaron nuestra vida y que ahora reposan- no se sabe
dónde- en el baúl de los recuerdos que nos amarga la vida y los sueños
imposibles de mejoría que se verdean descomponiéndose. Los
resfriados, las gripes, las asmas y las salutaciones enfermizas, nos esperan a
la vuelta de la esquina, pero se han evaporado nuestras ilusiones de una
sanidad universal, igual que la de una educación para todos o las becas de
permanencia. Nos
hemos igualado a las fronteras afines, nos hemos hermanado a los más miserables
de la tierra y ahora campamos a nuestras anchas , sin nada por delante ni por
detrás y menos pagas, algunos ninguna, porque ninguna esperanza queda en el
fondo de la caja de Pandora, de las macro baladronadas que hicieron los
políticos, se suponía que para ventura nuestra. Hemos
nacido para perder, para no cobrar indemnizaciones , no de 200.000 mil euros, sino la nada, de barrer por lo que quiera la
señora o jugárnoslas a horas de carretera con los riñones doblados y el pie
puesto en el acelerador y las miras en el tacómetro. Nos damos cuenta de las
injusticias ahora, porque nos han dado de lleno, nos han asentado en donde se
suponía, suponían ellos que nos mintieron para elevarnos a la locura, que deberíamos
acabar y hemos acabado, con los bolsillos vacíos, las esperanzas muertas y un
cántico a dejadez y abandono , en la comisura de los labios.
Quizás mañana las olas hermosas de espuma blanca ondulada vuelvan y nos
hagan regresar a tierra; Quizás otro día -que no sea hoy- veamos el horizonte y
nos vanagloriemos de haber vuelto , sanos y salvos, al lado de los nuestros;
Quizás algún día, eso sea, pero hoy estamos con borrasca en el fondo de los
corazones, con marea fuera, lejos de todo y abandonados por todos, rodeados de
tiburones y con el agua al cuello, y todo ello, sin habernos embarcado, sino
que nos han llevado, emborrachándonos en la taberna, de madrugada , locos e
incautos nosotros que les creímos , al fin gleba, y ahora navegamos sin rumbo
fijo , ni timón, sin capitán que nos aprecie, arrastrados por la resaca
europea, pobres toros de la Vega, que pastamos en paupérrimos establos, que
rociamos la lengua estriada con el relente de la noche y el rocío de la yerbas,
pobres, pobres, pobres, porque las lanzas y la muerte nos acechan…
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