jueves, 1 de marzo de 2012

ZAPATITOS DE COLORES



Cuando el mundo civilizado se tambalea por no saber si a la López se le ha visto un pezón o si la Merkel está viva porque no se inmuta por nada, los salmones nos arrancamos cabellos ralos por la gentuza que pisa nuestras calles.

Ya no pueden ir los niños en autobús porque los despeñan y los hieren o mucho peor, los matan.

Ya no pueden ir los niños en autobús porque los espera un prenda, violento y mamón, que los rocía con salfuman de baño y les quema la cara y a uno de ellos le vicia la visión de un ojo.

Hay muchos que dicen que no tienen más hijos, porque les gusta que tengan zapatitos de colores y que vayan a fiestas y que celebren cumpleaños en cortijos caballares, con piñatas enormes, banquetes dignos de persas y multiregalos.

Los sirios no deben saber mucho de zapatitos de colores y sí de ácido que quema vida y futuro de ácido que deja tuerto.

Los niños robados en los sesenta y setenta, van a pareciendo, como los cuerpos muertos de los sirios, sin que a nadie se le caiga la cara de vergüenza, ni haya detenciones, solo niños con más de treinta, que tuvieron –quizás- zapatitos de colores y muchas fiestas y que venían de dolor hospitalario y de que te digan que se te ha muerto un hijo y te engañen y te mientan, para sacar dinero.


Pero los hijos no se pagan con dinero, se pagan con insomnio, se pagan con rechinar de dientes, con que te diga a la vuelta del colegio que le han castigado o que le han pegado o que sea su cuerpo marchito , a los dieciséis, la llamada inesperada de la guardia civil , porque un conductor coge las curvas que las pela y se embiste contra una y se come la carretera y se lleva a tu niña y te la entierran y ya no la vuelves a ver , porque se ha convertido en tumba seca y en paño de lágrimas, colgado del salón de tu casa, en forma de cuadro eterno.


Los zapatitos de colores no entienden de recesión, ni del 8 y medio por ciento , ni de niños robados, que quizás sí, pero de sirios muertos , desde luego que no, que son árabes y están muy lejos, porque los zapatitos de colores , como la impasibilidad de la Merkel y el pezón de la Jenni López, son intangibles, asépticos y rubicundos.

Son adoradores de glamour, de cerveza cervecera, de fiestas con flases, de vestidos de lamé, sin paro a pie de calle, sin puertas en la cara, sin contratos basura, sin “te lo dije”, sin “a ver cómo tiramos”, sin “no llegamos a fin de mes”, ni otras bobadas, que los de los niños robados, escollaron , como no hizo el capitán del Costa, porque eran privilegiados y podían comprar los de otros , que lloraban desconsolados, porque chaqueteros distribuían quién podía comprar zapatitos de colores para sus niños y quién teniendo tantos , no, despreciando un beso de “te querré hasta que me muera”, por un zapatito rosa que dura dos telediarios y que tiene hermanos gemelos en el armario de un bebe, amarillos, celestes y bermellones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario