sábado, 25 de febrero de 2012

LA GRAN ESPERANZA BLANCA



Los opositores se han vuelto locos, desde el día que Rajoy dijo que se acababa el chorro de las oposiciones. Las hormigas han salido del hormiguero y buscan comida donde la encuentran.

Donde hay, no comida, sino plazas, para ser más exactos, de maestros, es en Andalucía, donde no se traba a los opositores con el idioma, sino con el cambio de temarios.

Los no tan jóvenes ven una mísera posibilidad en aprobar una oposición, raspándole una plaza a aquellos que llevan años estudiando y que ahora ven sus esperanzas un poco más laxas de lo normal, con las circunstancias económicas asfixiándolos.

Asfixiados, van a quedar los agricultores españoles, después del tratado con Marruecos para pasar fruta más barata, que ya hay muchos que se apresuran a decir que comprarán, “porque así habrá menos marroquíes pululando por aquí, porque se quedarán en su tierra”. Me encantan los bien pensantes, que solo miran sus nalgas por detrás y que les sale el pensamiento de los cuartos traseros, porque si la fruta marroquí es más barata, lo es porque no tienen los sindicatos, como los que el otro día salieron en defensa de trabajadores marroquíes en España, a los que explotaban quedándose con la mitad de su salario, algunos listos.

La fruta española será más cara pero es mejor, más sana y con todos los controles, no solo sanitarios, sino también de relaciones laborales, de la humanidad, de saber que eso no está recogido por niños, que aún no tienen barba. Pero claro es muy fácil hablar y dejar a la gente con la trasera al aire, llenarte la boca de españolidad y después pasar tres pueblos de que nuestros agricultores estén doblando el callo, para que nuestro gobierno pacte a sus espaldas, para hacerles la competencia en su propio país y con diferentes medidas, unas en España y otras en Marruecos.


Y es que siempre habla el que menos puede y nos quieren vendar los ojos para hacernos justicia y que no nos demos cuenta de que nos timan, de que nos escarnecen y nos toman el pelo.


Ahora toca decir que los chicos de Valencia son peligrosos terroristas, alborotadores callejeros, que se lanzaban contra la policía, frenando con sus caras y gafas, las porras y los chalecos de asalto y chillando histéricas las chicas, porque es lo que es tener dieciséis y ponerte la policía, que nada más que la ves y sabes que te van a dar manteca, sin saber porqué , chillas de puro contento. Por más que lo repitan, no todos vamos a creérnoslo, porque están las pruebas en el you tube y el que quiera que las vea, que vea cómo atacan y quiénes y que vean cómo corren indefensos y quiénes, pero siempre habrá uno que diga que no, que las consignas de partido es lo que tienen y esos estómagos agradecidos, más, porque aún estamos empezando y los cargos están en volantillas y hay mucha colocación, a dedo lanzado, que está por venir.

Piden que dejemos de criticar, que no hagamos huelgas generales, que dejemos gobernar, porque sólo están empezando, pero ya se jactan -por lo bajini- diciendo que han hecho más en tan poco , que los anteriores, en tanto mucho.

La realidad es que Garzón, que sacó oposiciones por mérito, cargos por méritos y carrera por mérito, sale desmerecido , no por ilegalidades, sino por flatulencias opositoras, por tocar narices a quien no debía.

En definitiva, sale , por dejar todos nosotros que se lo hagan, porque es una lección, ¿saben? , que quién se mueve, caña al mono y quien disiente, se va con las manos vacías.

Y es una pena, porque nuestros opositores, esos que luchan por sembrar futuro, lo mismo terminan igual, solo que dentro de veinte años, hartos de hacer cursos, de ir de destino en destino, para finalmente salir de la carrera funcionarial , vilipendiado y hundido, mientras que otros- más certeros- retoman cargos y velan armas bucales, en busca de nuevas aventuras políticas.

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