viernes, 24 de febrero de 2012

HUESOS DE BURRO



Se han encontrado óseas canalizaciones en el Monasterio de Santa María, en el Cádiz viejo, que prueban el respeto a los animales, que ya nos viene desde antiguo. Nuestra alma primitiva se regocija al pensar cuánto bueno debió hacer ese équido desmembrado por la comunidad y cómo tan bien se lo pagaron, guardando sus huesos, empotrados, en argamasa, para canalizar malos riegos.

Huesos nuevos , destrozados, aplastados y vencidos, son los de los bonaerenses , que , en busca de trabajo, viajan a diario en trenes desvencijados, generación del 58, obsoletos , que ni para frenos tienen y que se tragan lo que sea, llamémosles vidas, niños, trabajadores o esperanzados, encogiéndolos acordeónicamente sobre sí mismos, en veleidoso y mortífero tango.


Bretón adelgaza sus posibilidades de salir de rositas, con el secreto en la barriga de dónde están sus hijos, mientras el Rey, con un auditorio entregado de togas negras y buenas puñetas, proclama que la justicia solo es potestad de los jueces.

Se acerca el día de la entrega sabática de Urdangarín y a pesar de las peroratas que nos instruyen , no estamos dispuestos a callarnos la boca , ni a no opinar , por mucho que intenten maniatarnos, que es lo que tiene ser popular o vip, que no solo va a servir para que cuando llegues al aeropuerto te dejen en sala apartada de fotógrafos, con un coctel en la mano derecha, sino también para apechugar como los grandes , tomándote en serio al pueblo , que tiene que tragar con los desbarres.


La gente está que barrena, que se toca las entrañas y explota, tanto que se quedan roncos de gritar en las manifestaciones, enseñando libros a los intolerantes que encima les pegan o bailando hasta caer muertos, de pura tajada, en los carnavales. No es extraño que cuando a Adele le cortaron en el uso de la palabra, enseñara la peineta, dedo índice enhiestado, y después se quedara tan ancha, que se disculpó me lo creo, pero que se rio también, porque no hay nada más sano que la risa floja o que levantar la peineta cuando te están tocando, y tanto, los ovarios.


“Hay que saber perder”, le dijeron, como resultas de las votaciones forzadas a los del Sambodromo… “Pues que pierdan los otros, los de las papeletas cambiadas”, seguro que les contestaron ellos , pero más que gritarlo o enfadarse , la liaron, al estilo criollo, al mestizaje de culturas, a la sangre cuarteada, porque los brasileños es lo que tienen, puro fuego en las manos que pegaban tortas y rompían papeletas, en los puños que arreaban con saña, en las carrozas que ardían valencianas y en las nalgas de las negras , que es pura lascivia de todos los que las veneran.


Se han encontrado huesos de burro en las canalizaciones del monasterio de Santa María, hermano casi seguro del burro de Orwell, que trabajó sin descanso por la mejoría de todos y se reventó para que los cerdos de la granja – igual que los humanos-lo matarán y usarán sus crines para relleno de almohada y su carne, para puchero en lata.

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