Estamos esperando que
el pilotito rojo del internet se ponga en verde, para poder ver los acertijos
del futuro. Hay miedo y desesperanza, tanta, que los programas de
reconciliaciones, de talentos perdidos, dan audiencias, porque el pan y el
circo es lo que tienen que contentan al pueblo por unos pocos anuncios.
Los fascistas han aguardado bajo las piedras que se pasasen las tolerancias,
que los emigrantes se vieran debilitados y sin trabajo y ahora se frotan las
esvásticas, imaginando una Europa blanca, aria y uniformada, germen de masacres
de pobres infelices que esconden la miseria en mercadillos, en barnices
tintados de caras mulatas, en diferenciaciones y variabilidades que a ellos-los
líderes de las fascistadas- les escuecen y marcan .
Las
alegres chicas ucranianas – más parecidas a ninfas primaverales que a
activistas convencidas-pelean como las amazonas con las téticas fuera y corean
eslóganes pegadizos como los del 15 m y son retiradas -como ellos, por decir la
verdad en la cara de quien no tiene oídos - por los aguerridos policías que
deslizan guantes negros , por sus núbiles cuerpos, tapando rebeldes pezones y
rubias melenas. Las
riadas se llevaron casi todo en una España convulsa con marca de millones de
parados, con jóvenes que emigran y viejos que rebuscan basura, yayo-flautas que
declinan el sillón frente a la tele basura y los viajes del Inserso y se baten
en últimas-quijotescas- cruzadas.
El piloto del internet que nos mantenía unidos a Europa está en rojo,
nuestros números están en rojo, porque nos hemos desangrado sin darnos cuenta y
se nos subido la mala leche y llenamos los depósitos de los coches con paradas
infinitas frente a nuestra puerta y se acabaron las tapitas de los domingos,
los convites y las ferias, se acabaron las ofertas y el comer pollo asado
haciendo cola en la freiduría los domingos antes de ir a la playa. Se nos ha
acabado un sistema donde las medicinas- para los que toda la vida habían
trabajado- estaban pagadas por su esfuerzo, se nos ha acabado la buena
educación pública, esa que era reconocida en Berlín quedándose por cuatro
marcos a nuestros mejores ingenieros. Se nos han acabado tantas cosas y a tal
ritmo que los de Telecinco aguzan el ingenio farsario para deleitarnos con
bobadas de separaciones y chuslerías, proclives romanos que saben cómo se las
gastaban en el Coliseo y lo mucho que los emperadores debían, en su estabilidad
, a contentar a los agradecidos espectadores, al tiempo que se les borraba la
conciencia. La honorabilidad, el respeto y la conciencia solo son palabrejas
del “pasapalabra”, porque solo se busca, en esta España de las picarescas,
sacar resuello a tanta desdicha, de despidos masivos, de desahucios a la carta,
de gente lastrada y seca, convalidándolos por invalideces de medio pelo que nos
den de comer, por subvenciones caídas del cielo , mirando con esperanzas de
bocas podridas a fascistas de marca blanca, voceadores de mentiras patrias, con
banderas recogidas sobre bates de béisbol.
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