Acaban de desarticular un clan de la droga dirigido por una
mujer sexagenaria a la que apodaban " la Chata".
No
sería más que otro éxito de las Fuerzas de Seguridad si no nos lleváramos las
manos al cráneo al saber que recaudaban- entre dimes y diretes- la redonda
cantidad de más de 300.000 euros al mes , a base de importar estupefacientes de
Perú y exportarlos a la Europa rica, ya destilados. No
es más que una metáfora de Antropología con nuestros primeros padres haciendo
trueques entre pobres (que dan lo que tienen) y poderosos que pagan por olvidar
sus cuitas. En medio, como no, un vivaz que saca provecho de lo que va
derrapando.
“La Chata", esa matriarca,
debe ser tan fuerte como el hierro forjado para haber alcanzado ese nivel de
poderío en una organización de tal calibre y con tal rendimiento dinerario.
Nada que ver con las mariscadoras gallegas que le hacen envites al viento,
mientras se secan las lágrimas de frustración metiendo el alma en el frío
invierno que sube desde la boca del Atlántico para darse de cara con el Cantábrico. Son aguas que consumen
mujeres que conocen bien lo que mata la droga. Nunca como el trabajo que lo
hace a tajazos invalidantes, corrosivos, pero honrados de capachos y manos.
Siempre ese maldito polvo blanco- o fariña- que mueve miles y cientos de miles
para que mueran cienes o miles de cienes que no llegan a doblar espalda de
trabajar, sino con fémures adornando una lápida. Es lo malo de” la Chata” que
los 300.000 mil mensuales que facturaba no sabemos a cuántos les ha quitado la
vida, ni enganchado de por muerte, ni sacado los sentidos al alma. Supongo que
como las mariscadoras embute ganas, desaloja penas y se enfrenta a los miembros
más jóvenes del clan para no perder la batalla de comandar a tamañas fuerzas
del mar , en una miserable guerra en la que nadie gana y todos pierden. Unos en
la cárcel, otros en la muerte y los más,
en la penitencia eterna. No las podemos comparar porque no son iguales y a mí,
las gallegas me dan la vida, alimentándome con su coraje, con esa fuerza que no
sé de dónde proviene más que de ser madres y mujeres que claman al cielo y le
arrancan el fruto de sus entrañas, para sacar dinero trabajado y ruin por lo mucho
que duele. ”La Chata” se dolerá de cárcel por mucho o poco tiempo( depende de la sentencia) con una estancia privilegiada
porque los capos del mal son solo eso, admirables como los de “Gran Hermano”
para anoréxicas y vigorizantes, para descerebrados y tontainas que se creen que
la vida es imitar al que creen que ha triunfado. Por eso yo que soy fan de los
que se doblan a sí mismos para hacer buena masa, me quedo con las gallegas, con
sus ganas de luchar, desafiando a mares helados y días de lluvia, cogiendo a Poseidón
por las branquias.

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