En la ronda de las Dunas camino a la Comisaria de la Policía
Local, hay noches con luna en las que el tiempo pesa. Más bien parece que los
muertos se sentaran a coger un frío que no sienten en la rabadilla de los
huesos. Los pensamientos se agolpan mientras el coche rueda por asfaltos
mojados de ganas de volver a verte. Tus
hijos se están yendo poco a poco como la vida, desangrada por vicisitudes, por
idas sin billete de vuelta y noches en vela. Te siento tan presente que no ceso
en el empeño de quererte. Muchos quisieran porque el amor sentido da grima,
como la soledad y el hastío. Todo lo que no termina en felicidad, sonrisas Profiden
y marcas caras no es evaluable, ni saca la anotación al margen de
"Progresa adecuadamente". Ya no hay
números primos, ni pares, ni impares para calificar nuestras excentricidades, porque
los que hilamos las sílabas nos morimos de pena de que no nos quieran. La ronda
de las Dunas de arenas perennes, pinos viejos y heces de perros
amaestrados, ya no me acoge en pasos acompañados con niños gritones
revoloteando cerca. Ahora mis plantas son cansinos huesos artríticos y perezosos
porque no hay camino que sea lo suficientemente bueno para llegar a ninguna
parte. Me
deshago sin ti, deconstruida como plato de chef que ni harta, ni empacha más
que virtualmente. Las noches de trasiego a extraescolares me han partido
el alma con un cascanueces nacido de las brumas, perfumado por el aliento
salino del mar invisible y las piñas, abiertas y abandonadas a su suerte. Esa
luna que me vio llorar, me verá algún día levantarme y sonreír porque estás
presente, porque lo que se quiere de verdad nunca muere. No será hoy, ni
tampoco mañana, ni tendrá día fijo de fiesta marcado en rojo en el calendario.
Como mucho irá acompañado de una sensación de paz interior que juraría no
incluyeron en mi código genético. Se
van tus hijos a hacer su vida, a romperse por esos mundos que Dios no guarda,
pero el diablo entretiene con aquelarres a pie de rotonda y más luces y sombras
que en el cuaderno de un dibujante de manga. Se
podría pensar que los muertos acaban su periplo cuando fallecen, pero no si los
quieres, si los piensas, si los sientes. Sé que a muchos les molestará esta
fantasmagórica expectativa, porque son prácticos y avezados bailarines de una
vida a la que tienes que plegarte porque si no te devora, pero el “es lo que es” no me vale, ni las excusas, las
explicaciones y los verbos irregulares de los demás conjugados a su santa
voluntad imperante. Puedo
y quiero sentir, amar y penar a partes iguales, porque tus hijos se van con la
candidez de tus ojos y la bondad de tu sonrisa en mitad de sus caras, mientras
mi coche rueda y la luna se oculta para merecimiento de necios que creen que ni
habla, ni escucha.
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