La vida se cachondea de
nosotros que nos creemos tan listos. Un preso se corta el cuello porque no
quiere volver a la casa donde abusó de un menor, delito juzgado y condenado por
el que ingresó en prisión por 20 años.
Estará más tranquilo entre esas cuatro paredes de las que muchos
abogados de oficio reniegan como si fuera lepra. No es agradable, eso
seguro. Si no que se lo digan al que
apuñaló el abusador, mientras departía en una ONG para quitarse malas ideas de
la cabeza. Ese juicio aún está pendiente. Y es que la justicia es así,
leeeeenta. Impaciente
el preso liberado, que no redimido porque los abusos, las cuchilladas o las
putadas que hacen los humanos a otros, jamás prescriben.
Se cortó el cuello cuando los funcionarios no lo dejaron pasar a lo que
él cree su hogar, porque lo mismo es el único en el que puede dormir tranquilo,
creyéndose el amo del cotarro o protegido en ese cuarto enrejado que a los
demás nos daría claustrofobia. Pero es el sistema, que se compone de normas
obsoletas, funcionarios cansados y mucha jerga. Si ha cumplido la condena,
fuera. Aunque tengas cuentas pendientes que aún no se han dirimido. Él quería
estar y seguro que ustedes creen que los demás- incluidos los más pequeños de su
propia sangre- estaríamos más tranquilos con que se quedara dentro, pero la Ley
está para cumplirse. Si ya no tiene nada pendiente, fuera. No fue un tajo muy
grande (ni muy profundo) el que se metió en propia portería. Pero le valió para
entrar de nuevo al redil perdido, porque los funcionarios de la puerta- que lo
echaban con ganas- vieron que si no lo hacían, se les moría como en película
americana de Halloween que ya saben que el cuello lleva torrente con ganas de
darse a la fuga al menor resquicio. Tenía 13000 euros en una cuenta corriente,
una ONG dispuesta a su ayuda y varios planes en el aire, pero estaba
desesperado por entrar en esa jungla sin cristales sino con presos, convictos y
prisioneros. Pero todo está en el color, porque…¿no somos todos presos de
nuestro propio pensamiento, de nuestro prestigio, de nuestros nombre, de los
que hacemos o decimos y hasta de nuestros seguidores ?, ¿ No lo somos de los prejuicios, del dolor
que nos infringimos, de la desesperación aliñada de frustración , del llanto o
la risa?, ¿No lo somos de nuestros planes, nuestros proyectos y todas y cada
una de nuestras fantasías? Él se cortó el cuello y se lo recosieron, hilvanaron
trozos de epiteliales con identidad, vasos con puntadas finas para dar lugar a una cicatriz más que lo hará
respetado en el juego de tronos donde nunca se termina en silla. No es que me
queje, solo constato y pienso en quien lo abusaron qué dirá cuando lo sepa. Lo
mismo lo ha olvidado y ha pasado página por su bien, porque si no, lo mismo
sueña con ser cuchillo y rebanar entero ese pescuezo.
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