viernes, 5 de mayo de 2017

AMOR DE MADRE

Resultado de imagen de la madre del ultra que agredió

La madre del bético- acusado de agredir a un hombre que estaba sentado en una terraza- excusa a su hijo explicando que es “un niño bueno”.                                                                                                    No es la primera que no ve en lo que se han convertido esos niños -ya muy creciditos- gracias a las permisividades suyas.                                               La educación nace en la teta que mamamos y si la leche es rancia nos aboca a la violencia.                                                                                                                                       No digo que la agresión fuera culpa de la madre del ultra, pero la explicación que da para ello no tiene desperdicio en los libros de psicología.                                                                   Debe haber un patrón para esas madres que disfrutan con que los niños hagan capulladas,  porque se especializan en sacar hilo donde no hay puntada peleándose con quien haga falta para decir que lo que han parido es el ombligo del mundo.                      Viene de lejos porque si los suyos han estado en el colegio, ya en el preescolar, hay broncas de progenitores con maestros, niños que acosan y madres con pandereta, cuando lo único que pasa es que una criatura  necesita que le reprendan cuando se ha portado mal. Para nada estoy de acuerdo con lo que le pasaba a un amigo- que estudió en colegio de curas -que me contaba el otro día que cuando hacía algo que no les gustaba  le atizaban dos collejas y que  al contárselo a su padre, de vuelta a casa, le regaló otras dos más porque “algo habría hecho”. No se quiere más por darle la razón al bárbaro, ni tampoco se le debe agredir a un niño sino educarle para hacerle entrar en razón de las consecuencias que tienen sus actos.                                                                                                        No vi vergüenza toreta en esa madre, sino orgullo de haber criado a alguien que se pasea por los Juzgados como si fuera el tronista de “hombres, mujeres y viceversa”. Un niño bueno trabaja de sol a sol y no le pega a su madre de 88 años una paliza tras otra. Un niño bueno no asesina a su mujer y a su hijo por celos, frustración o culpa. Un niño bueno no es juzgado por agredirle a alguien que estaba sentado sin haberle- siquiera – dirigido la palabra. No tiene un niño bueno que protegerse con su madre que no ve qué mal lo ha hecho , ni qué clase de monstruo ha criado para que la sola visión de alguien diferente a él le provoque tanto odio. Las excusas no valen para todo, ni las falacias tampoco. Cuando un niño acosa es un acosador y cuando un hombre mata a su mujer es un asesino. No se convierten en niños buenos por mucho que sus madres quieran decir que toda la culpa fue de los demás por lo que sea. Leguleyas de malas artes.                               No es amor de madre permitir y excusar, sino educar con la esperanza en el mañana. Es difícil, lo sé, porque cuesta lo que nadie sabe. Es trabajoso y  a veces poco gratificante, pero se hace. Para eso fuimos madres. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario