A todos nos los han
dado, la noche que no dormimos bien, descongestionadas las ojeras con el rímel
de las pestañas. A todos nos la han dado cuando votamos y creemos que el mundo
puede ser un lugar diferente. Luego lo vemos en su plenitud en un día de lluvia
con coches atascados, pitando y bufando, porque alguien quiere atravesar un
paso de peatones , con dos críos en brazos y sin paraguas.
El juicio de Asunta nos dispersa las ganas, porque en su momento nos
enhebró la mala gestión de quien le dio hija , a quien no tenía ganas de
criarla.
No se crean que es algo raro, miren las estadísticas y sabrán por qué la
nueva ley de adopciones establece un párrafo sobre que los padres adoptivos
deben hacerse cargo de la manutención de los hijos, dejados a la custodia de
los centros. Se
hizo fundamentalmente, porque antes de
la ley se abandonaban los adoptados a la primera manifestación del virus
puñetero de la adolescencia y encima costándole el dinero a las arcas de las
comunidades.
Asunta fue como esas amistades de puerta de colegio que hoy se rien y
mañana se lloran , en intervalos en que se llaman de todo y otros en los que van
a tomar café al bar de la esquina.
A la niña
la hemos visto en sus clases de piano, aporreando las teclas con poco
desacierto, que ya es mucho conseguir.
Visionamos el blog que haría
enorgullecer a cualquiera que no fuera idiota. Pero al parecer, porque lo ha
repetido la señora Porto en el juicio, a ella le agotaba, la actividad
sorprendente de la niña.
Y es que
los niños agotan, agotados todos de pelear con ellos, de llevarlos a rastras
casi, a todo lo que no les apetece en ese momento que toca, como estudiar,
hacer deporte o lo que les venga al apio, que para eso están en desarrollo y
transmutándose en algo que nos es desconocido y de temer.
Pero no nos amedrantamos, porque tenemos la piel cosida a puñaladas
traperas, así que apretamos los dientes como con las hemorroides y sacamos
pecho por no arquear, que ellos lo saben todo como los espías y nos leen a
veces hasta el cansancio con el que arrastramos las zapatillas de casa.
La
vida nos da polvos blancos de los de matar cucarachas, cuando no nos quieren,
cuando nos abandonan, cuando nos dejan en un árbol caído para que nos hagamos
compos. Quieren que durmamos el sueño eterno de la ignorancia que es no hacerte
mayor y mandar a tus padres adoptivos a hacer puñetas, aporreando el piano
hasta que se le salten los marfiles de las teclas y sacando las Lolas a poco
que te lo pidan los amigos para hacerte un selfie inolvidable. A todos nos la
han dado con queso alguna vez, incluso al fiscal del caso, solo que la mayoría
iremos a por otra como toreros muertos, revenidos de cogida. Ella no, que es
ceniza .
Y el común de los mortales no se amedrenta ante las salidas de tiesto de un adolescente, porque también ha sido adolescente y sabe lo que es agotar a sus padres, pelear con ellos, y que te lleven a rastras casi a todo. La diferencia entre esta pareja y el común de los mortales es brutal, no se trata sólo de que no la quisieran, ni a un animal se hace lo que hicieron con ella. Son seres egoístas, quizás no han madurado y sólo piensan en ellos mismos. Está claro que la niña fue envenenada ese día y llevaba siendo drogada meses. Oalá se haga justicia.
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