lunes, 5 de octubre de 2015

SOTA ,CABALLO Y REINA


 No hay color como el del sol quemándote la retina. No hay grito que te ensordezca más que el de la humillación y el desprecio. Nacer mujer no es más una foto sepia en que dos amantilladas votan ante hombres estupefactos.                                                        Cuando suene la melodía del funfun en los plasmas, para instar a las compras compulsivas, volveremos a votar sin darnos cuenta de lo mucho que significa.                        Igualaremos las faldas, recataremos las ideas y diremos que somos algo diferente cuando siempre hemos sido lo mismo. Pediremos respeto y nos lo darán o lo mismo nos regalarán siete buenas puñaladas que nos dejarán tiradas como muñecas inservibles en cualquier cuneta.                                                                                                                Puedo oler el rastro de un machista como mi teckel el de los roedores y se desdibujan y esconden, algunos presumen , otros disimulan, pero todos intentan morder al cuello. Son vampiros que existen desde los ojos estupefactos que miraban a las de la negritud de mantilla. A esas que recatadas y con ala de cuervo, votaban. Luego salió la derecha gracias a ellas, pero no importa, porque la sustancia de la berza ya estaba condimentada. El miedo se te mete en las carnes cuando eres madre y sabes que si vas sola a los 16, eres presa fácil para ellos. Lo sabes porque te has montado en el autobús y te han sobado, porque a una amiga tuya el profesor la babeaba y porque en un parque te entró un vejestorio, que ni ponerse en pie podía, cuando aún no te había ni desarrollado.                 Las mantillas saben mucho de alcanfor y panderetas , de los amigos de los padres aprovechándose de las pollitas nuevas y de los diablos cojuelos sometiendo con la autoridad reinante. Es vergonzante un autobús para damas, vergonzante una violación en masa, vergonzantes las ablaciones de cuerpo , de mente y de espíritu , no por religión sino por sustancia de berza condimentada. Porque somos peligrosas y ladinas, las más viles de la tierra proque creamos a nuestra propia imagen y semejanza. Y corremos y saltamos vallas y no queremos quedarnos quietas para que los abejorros nos inoculen su vasallaje.                                                                                                                          No hay color como el del sol abriéndote las ideas. No hay grito que te nutra más que el de tu propia voz reclamando tus derechos. Nacer mujer no es más una foto sepia en que dos amantilladas votan ante hombres estupefactos, por verlas.                                                        Ya hemos igualado las expectativas, ya limpiamos los platos a medias. Ya nos resistimos a que nos maten y nos tienen que rematar a hachazos y puñaladas traperas. Porque aún prosperan, aún hay cuerpos sin hallar en las cunetas e informes policiales de Evas Blancos sin saber dónde está su asesino. No hay crimenes pasionales y “el Caso” ha quedado dormidos en una hemeroteca. Hay violencia del genero anverso, el que se reversa en lo angosto de tu muñeca. Ana Orantes vivirá para siempre , para escarnio del que la mató despersonalizado, convertido en grotesca imagen de maltratador y asesino de mujeres, bulto infame, sin vida propia. Vivirá en su declarativa, no en las llamas que la asfixiaron y quemaron en su casa, la que compartía como tantas otras que cayeron y caerán para nuestra desgracia. Porque nacer mujer es valentía, cuando te quieren callar o no dejarte votar y para educarte o para romper una lanza, tienes que ir cubierta con la mantilla, vestida ala de cuervo , a despojarlos a ellos de su soberbia. Sabes que costará, que habrá que hacer piña y sortear dificultades. Sabes que no has ganado porque ellos nacen y se reproducen a poco que te escores y se publicitaban con los insultos velados, las frases ingeniosas, los chistes y los piropos rancios. Somos ahora las de los malos ovarios, las maliciosas mujeres que lo enredan todo y que nacieron para que los misóginos las apalearan , para darse postín en el casino o el trabajo. Pero les quedan leguas, las de la tranca que ajusta la puerta, la de la la ley que les cayó en la cabeza, la de nuestra indiferencia y menosprecio, la de la policía que les detenga, la de la guardia civil, la de la jueza que los condena...

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