Previene el juez del
caso de los curas de Granada , que lo mismo los hechos han prescrito y que lo
relatado de las orgías, sexo y bacanales, no tendrá, aún con la implicación de
menores, penas evaluables. No es la cara compungida del Obispo , una cruz que
llevar, sino moneda de cambio de actitud , cuando le enfoca una cámara. El
empresario gaditano que simuló su muerte en aguas tarifeñas, Jenaro Jiménez, también
ha trasmutado su cara, porque se ha hecho fumata blanca y disuelto como
entonces que simuló mortaja , mientras estaba en Paraguay , dándose la gran
vida. Hay cifras que se
le exigen de varios ceros a la derecha, en juzgados y demandas, demasiados para
mortales que trabajamos por menos de dos pasos y unas comas. Los de la unidad del crimen
organizado le conocen el careto y le acusan de blanquearse las cuentas. La
cárcel le pisaba los talones , así que se ha ido como el dinero de los Pujoles ,
que se dice ilegal pero que fluctúa en los mercados internacionales. Y es cabalgata
de carnavales digna de ver a los corruptos presunteados por las puertas de los
juzgados, derrochando mala leche y cara tapada, todo sea dejar a la prensa atrás.
Es cabalgata de carnaval, de pies doloridos y horas de espera , la de
periodistas y fotógrafos verlos pasar para sacarles una foto o unas mínimas
palabras que clavetearle al redactor jefe para ganarte el condumio. Es la vida
perra de gran dificultad para gente ajada-
desecha- que ve en la griega una perspectiva de cambiar , para que todo
siga igual dando vueltas y más vueltas. Se enchanclan las voces con la disparidad
y con el género fumateado como el de Jenaro, huido y vuelto a reclamar , como
la del numerario del opus , que comenzó el calvario en la sede apostólica de Granada
y levantó ampollas y polvos cuarteados , debajo de alfombras y esquinas. Es la
magia de los carnavales que trasmutan las voces, pliegan las voluntades y hacen
que el caldo de puchero sepa mejor, aunque te lo vendan por solo cinco euros. Huesos
de jamón y de codillo, blanco y salados y jarrete, zanahoria y apio, puerro y
nabo y luego cocimiento que encoge y embebe, masajes de punto g, cuando te
encula un superior, siendo menor y no ves la luz, porque no está al final del
boquete. Desastrada la ilusión, defenestrada la inocencia y aún la cara nos
sale compungida y nos arrastramos tumbándonos en el suelo, que hace frío y es
enero y la penitencia es de esmero, porque nos ven, los que nos pagan, el magro
del puchero. Sinvergüenzas de quita y pon, escabulléndose a fuego lento,
pisadas en mitad de la nada, burlándose del carcelero y los del crimen
organizado presentando informes y sin cobrar las extras, con el sueldo
recortado, que es como pistola ajena apuntándoles las sienes. Escaramuzas de
necios, palabras vacías, que vengan carnavales y que corra la alegría.
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