viernes, 6 de junio de 2014

RICARDI QUE ESTÁS EN LOS CIELOS


La tarde del día tres, el Puerto ardía en llamas, el cielo se desplomaba entero sobre tejados y azoteas, y el Caballito, en su cama de la calle Cruces, cruzaba hacia el otro lado, donde no hay aceras. No se ha llevado el dinero de la indemnización que ganó en cárceles y broncas sentidas, que si en Puerto- dos no te impones, terminas con el alma encogida y el serete apalabrado. Se ha llevado la otra cara, la de la media fama que da que le ganes un pleito a la desfachatez de llamarte culpable , porque eres estrábico y hay a una testigo que le daba cosa llamarle tuerto , al que la había violado. Luego se le inculpó, se autoinculpó y fue a chirona, pero desde el principio fue inocente. No sé si el dinero le compensaría, pero al menos le sacó fruto y lo disfrutó, en este poco tiempo en el que lo tuvo de su parte. También tuvo a la familia y a los amigos, y a la prensa que quiso saber cómo de oscuro era el otro lado de la luna. La calle Cruces le convidaba a Ricardi a reflexionar sobre su vida, a verle pasar página y a entender como el pollito del cuento , que ni es tu enemigo quien te tira a la mierda, ni tu amigo quien te saca de ella. Porque el Caballito le ganó la batalla a los propios tribunales, a los jueces y los de investigación y cobró pasta gansa, que luego le reclamó, su propia hija , para gestionarla. Ricardi pasó los trece años encerrado injustamente entre rejas, pero luego al salir millonario en euros, pudo ver la codicia de fuera, el cambio de caretas, el ser seguido, mimado y adulado, sacando en conclusiones, que lo mismo, había más sinvergüenza y tirado, fuera que dentro. Sabemos que no son todos los que están, dentro de los muros de rejas, ni están todos los que lo son, porque lo de Ricardi no nos abrió los ojos sino que nos dio incontinencia, verborrea y páginas para decir lo muy obvio, que hasta los muy despiertos la yerran. Pero una inspectora se obstinó y se puso de cebo y sacó ADN de la chistera y lo tuvieron que exculpar y coger a otro bendito que ya estaba entre rejas y que seguía convidando a violaciones , a toda infeliz que le tuviera cerca. Por eso Ricardi salió, por eso los abogados le buscaron el dinero de la indemnización, por eso tuvo amigos que desconocía y se pudo comprar el piso de la calle Cruces, donde ha muerto durmiendo la siesta. No pudo casarse con su pareja y ya los hijos van a su funeral para reclamar la herencia, ya Ricardi va en pos de los angelitos, a un cielo que nunca quiso cerca, porque era hombre visionario de pasajes tranquilos, con estrés traumático, pero no lelo, administrador de su fortuna, escamoteada de violencias .

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