martes, 24 de junio de 2014

DE BUENA TOGA


No somos los nacidos- entre piedras ostioneras- abdicadores de voluntades, sino más bien obstinados y capaces. Si no me creen , pregúntenle a Napoleón que se peinó los rizos de las pestañas , con las incidencias guerreras , en el istmo. Somos de cabeza hueca, pero revestida de piedra, porque provenimos de las entrañas de un tómbolo y no me jodan el parafraseo, que no es lo otro, aunque también juguemos nuestro destino entre las cuerdas finas del paro y necesidades, que ahuyentamos con Carnavales y Semana santa. Somos prodigadores de cariño y por ello , pregonamos nuestras faltas en cualquier lugar del mundo, que ya se sabe que un gaditano no lo es menos por pisar con las chanclas la tierra, en que Jesús puso primero sus huellas. Nos multiplicamos porque el calor lo da y la buena pringá y el lomo con manteca, que ya no señoreamos en la mesa , porque el costo del jornal se lo queda la incidencia de sellar con frustración,  la cartilla del paro. Pero aún así mellados, peleamos y no nos meten un gol , aunque tengamos las dos ancas rotas y los botones de la solapa descosidos. No tenemos sueldos de estrellas, no firmamos ejemplares en la feria del libro , ni nos siguen como si fuéramos gurús, miles de señoras vetustas ,que ven en nuestros consejos savia viva para regenerar su odio por los machitos toreros. Nosotros nos conformamos con una sillita de playa que duré lo que la temporada, que aquí dura casi seis meses y se sabe que Loreto Barragán la inaugura antes de que acabe Semana Santa y aún son los octubres y ella sigue allí perenne, sentada echando raíces de algas, persistente. Y eso nos enmarca, nos colisiona con las definiciones y nos hace charca de rana, porque nos unifica en los raigones del alma, en esa callejuelas que la Zurita pone en las fotos de estado y que muchos- como yo misma- pateábamos con tacones desmochados , por tanto como andábamos, sin cambiar las tapas. Y es que se nos sube el alma y se nos bajan los kilos , cuando notamos que la gravedad es lo que tiene y que solo el mar acalla , porque reflota hasta lo hundido , aunque no por desgracia el poderío de Navantia. Somos acero fundido, tirado en forma de remaches , a las fuerzas que nos contenían, no nuestra ira, no nuestro arrojo, no nuestra esencia, sino nuestra meta, de trabajar como fuera, que si fuéramos futbolistas otro gallo nos cantaría, que nos partían las piernas , pero no nos ganaban , porque entablillábamos la portería, enladrillábamos el estadio y hacíamos perrerías como al retaco, que conquistó Europa, pero tuvo que acordarse de nuestros cascos y todo por un Rey feo, gordinflón y retranco. Menos mal que las cosas han cambiado y hemos aprendido, a no desmochar los tacones , porque los llevamos planos, a saber perder partidos y dejarnos gobernar, solo por los siete sentidos. 

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