lunes, 26 de mayo de 2014

JUEGOS DE TONTOS


En la calle Jorge Juan, de la barriada de la Paz , han muerto sesenta gorriones. No es una fuga radioactiva, no es un presagio funesto, es una performance de “Juego de tronos”. Hay tanto paro a doquier , por estas vetustas calles de la que puede ser Antigua o Dorne o vaya usted a saber, que hasta los gorriones se han puesto al invento, hartos de patrullar colegios en recreos,  muelles en desbandada y no hallar migas, que llevarse al pico.                                                                                                                                         Los gorriones se han pasado, porque han puesto vidas y plumas al servicio de la ciudad, que no los recompensará con medallas al mérito. Pero es la moda, de pasarnos, como nos pasamos los tuiteros, cascando en las redes de los pobres que nos oprimen y rebajan la dignidad, como en “Juego de Tronos”, pero sin espadas , ni trajes magistrales, que aquí con camisetillas de mercadillos y zapatos de tienda de chino, ya nos avíamos otro verano. No nos rige Cersei, en nuestra vetusta costera y engominada peladilla de mariscos huidos y cruceristas artríticos. No nos rige Cersei, con su mala baba , sin dejar hablar a nadie, politiqueando a hurtadillas, malinterpretándolo todo y encima clavando la daga , en mitad de las costillas, sino una bondie aplatinada tipo khaleesi, pero sin dragones de fuego, que se coman a nuestras cabras. Tampoco tenemos un enano lujurioso, y sí muchos idealistas que se embozan las caras con ungüento maquillado y entonan verdades como puños, entre locos versos, en saturnales fiestas.                            No sé si los productores verán el filón de playas antiguas y mares viejos, de gaviotas cansadas por litigar con el viento, de piedras huecas , orinadas de salitre y de igniciones a la fuga , que las meadas convidan a las ostioneras , donde hay tanta picha brava y prostática.                                                                                                                             De política ni hablamos, que saben que no entiendo , ni litigo, ni difamo,  que quiero clavar mis huesos en la cama y no en la brigadilla, que soy burguesa de carnes ociosas y rosadas, como las de Lord Varys , que mira al trono de soslayo con desgana, porque ama más el guante de seda arrimado a la pluma, que el guante de sado, arrimado al látigo.                                                                                                                                            Los gorriones quizás han muerto traumatizados, porque lo mismo se han enterado de las últimas noticias, que sé de facto que escuchan hasta el último noticiario y leen los periódicos que caen al suelo y rescata el levante, de papeleras y paradas de autobuses. Aunque ellos no tienen las plumas hipotecadas , ni el nido en riesgo , ni el trabajo a la fuga, sí que son poseedores de crisis y destinatarios de miseria, porque ya nada es igual que antes de que las aguas de la crisis , se abrieran.                                                                           Lo mismo se suicidaron por eso, por no querer volar a otro lado , teniéndose que sacar salitre , humedades, orines y ponzoñas, del ADN que tenemos incrustado todos lo que nacemos cerca de bahías, porque cuando te penetra el mar, dejándote rodeado de tierra, te lo notas en los huesos y envejeces por dentro, te haces mar y te haces tiempo y ya las falanges y el calcáneo, se te alargan en protuberancias rancias, clavándose en la marea, fijando el tarso y el metatarso , en la arena.                                                                          Nosotros performaremos como los gorriones, a ritmo de votadera, de urnadera, de echadera de corruptos, de escobaderas a mangantes y paseantes, de paraísos fiscales , acompañados de nuestro dinero. Reclamaremos ahorros, romperemos huchas de mamados y daremos de comer a tanto que se lo merece, a tanto que se ha quedado compuesto y sin trabajo, no porque seamos de la bragueta de los Stark, sino porque somos pueblo, ese, que hace constituciones y que se levanta como tsunami, adobados de mare nostrum y de retraimiento, de aguante disoluto y de abolorios cárnicos en posicionamiento.

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