jueves, 12 de diciembre de 2013

SE BUSCA ÁRBOL DE NAVIDAD

Ando despechugada de cabeza , porque la Navidad me desmelena. Las peticiones del banco de alimentos, no me hacen sentir bien dando, sino que se me clavan los que están  a las puertas de la exclusión social y eso me amarga y encabrona. No quiero vivir cien años y acabar en un geriátrico recibiendo caridad cristiana, buenas miradas y regalos , cuando hay flashes apuntándome a las arrugas, ni morir en la ignorancia que rodea a los ancianos , invisibles  hasta que hacen falta para sostener, la economía familiar .                   Ya ven, la proximidad de la Navidad , no me da nostalgia , ni sentimentalismo , sino leche agriada  y eso que este año he conseguido vislumbrar, que, en estas fechas , podemos estar todos juntos y aún puedo gozar con que mis hijos mayores me rodeen con sus brazos y no hayan tenido que irse a trabajar fuera.                                                   Son muchos los que están fuera y afortunados ellos , porque trabajan y medran y no son parados de larga duración, recogedores de contenedores sobrantes , ni usurpadores de la crisis, ladeadores como los egipcios , para salir bien en la foto de la supervivencia, a toda costa .                                                                                                                                  No lo son porque la gente se recicla y campanea, se siente sola , pero no llora , sino que teclea en internet y hace amigos virtuales, que son mejor que la nada de paredes que se te caen encima y te aplastan por su peso, de estar solo en Navidad.                                              Que se haya muerto Mandela no es más que un hecho físico , por su avanzada edad y sus dolencias, pero si nos paramos a pensar , es un hecho extraordinario porque él , levantó cabeza con sus ideas renovadoras y revolucionarias, como tantos otros que acabaron saeteados, claveteados, fusilados o simplemente muertos y  no fallecidos , con gloria y ancianidad sobrada , en un hospital.                                                                                                              La libertad no es palabra fácil de pronunciar , porque se atraganta en la lengua y saca sarro en los dientes de los poderosos , esos , que deben de disfrutar viendo a muchos caer , mientras ellos recogen dinero de sus cuentas en suiza. La libertad va unida a muchas cosas y rima con la Navidad , que es la libertad de hacer lo que te dé la gana, estar con quien te dé la gana y disfrutar de mandar a paseo , por unos días , a todo lo que te oprime o agarrota. También es la Navidad tiempo de compras enlatadas, compras con tarjeta de crédito y con cajeros a tiempo parcial , minis trabajos de cuatrocientos euros , con gente de poco mas de 16, que , en vez de estudiar, se sacan sus pocos euros para sobrellevar el tsunami de matrículas, comidas y ropa, del nuevo año por llegar. Los grandes hombres como Mandela son recordados por Navidad, luego se usurpa su nombre, pierde sentido plantado en calles y plazas y se hace negocio de la caridad, de tener a ancianos centenarios, dormitando, ante un flash.


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