Ando despechugada de
cabeza , porque la Navidad me desmelena. Las peticiones del banco de alimentos,
no me hacen sentir bien dando, sino que se me clavan los que están a las puertas de la exclusión social y eso me
amarga y encabrona. No quiero vivir cien años y acabar en un geriátrico
recibiendo caridad cristiana, buenas miradas y regalos , cuando hay flashes
apuntándome a las arrugas, ni morir en la ignorancia que rodea a los ancianos ,
invisibles hasta que hacen falta para
sostener, la economía familiar . Ya ven, la proximidad de la Navidad
, no me da nostalgia , ni sentimentalismo , sino leche agriada y eso que este año he conseguido vislumbrar,
que, en estas fechas , podemos estar todos juntos y aún puedo gozar con que mis
hijos mayores me rodeen con sus brazos y no hayan tenido que irse a trabajar
fuera. Son
muchos los que están fuera y afortunados ellos , porque trabajan y medran y no
son parados de larga duración, recogedores de contenedores sobrantes , ni
usurpadores de la crisis, ladeadores como los egipcios , para salir bien en la
foto de la supervivencia, a toda costa . No
lo son porque la gente se recicla y campanea, se siente sola , pero no llora ,
sino que teclea en internet y hace amigos virtuales, que son mejor que la nada
de paredes que se te caen encima y te aplastan por su peso, de estar solo en Navidad.
Que
se haya muerto Mandela no es más que un hecho físico , por su avanzada edad y
sus dolencias, pero si nos paramos a pensar , es un hecho extraordinario porque
él , levantó cabeza con sus ideas renovadoras y revolucionarias, como tantos
otros que acabaron saeteados, claveteados, fusilados o simplemente muertos y no fallecidos , con gloria y ancianidad
sobrada , en un hospital. La
libertad no es palabra fácil de pronunciar , porque se atraganta en la lengua y
saca sarro en los dientes de los poderosos , esos , que deben de disfrutar
viendo a muchos caer , mientras ellos recogen dinero de sus cuentas en suiza.
La libertad va unida a muchas cosas y rima con la Navidad , que es la libertad
de hacer lo que te dé la gana, estar con quien te dé la gana y disfrutar de
mandar a paseo , por unos días , a todo lo que te oprime o agarrota. También es
la Navidad tiempo de compras enlatadas, compras con tarjeta de crédito y con
cajeros a tiempo parcial , minis trabajos de cuatrocientos euros , con gente de
poco mas de 16, que , en vez de estudiar, se sacan sus pocos euros para sobrellevar
el tsunami de matrículas, comidas y ropa, del nuevo año por llegar. Los grandes
hombres como Mandela son recordados por Navidad, luego se usurpa su nombre,
pierde sentido plantado en calles y plazas y se hace negocio de la caridad, de
tener a ancianos centenarios, dormitando, ante un flash.
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