Cuando Manu Garro se
fue, me confesó, que, en redacción, esperaban mi columna para ver cómo estaba
de ánimo. No era cosa nueva, porque ya mi amigo Corrales, me llamaba algunos
sábados por la tarde, cuando leía la columna del “información”, para decirme
cómo podía estar tan enfadada. La mayoría de las veces no estoy tan enfadada,
ni soy tan caustica, no al menos todo el tiempo. Tampoco tengo gripe cuando las
columnas decaen, ni soy feliz como Fresita en Gran hermano , cuando escribo lo
que mi sombra llama un “pufo literario”. Para escribir una columna, y perdóname
Ramón que lo tuyo era arte en párrafos sueltos, lo que más se necesita es
paciencia y saber sobrevivir, como en Walking Dead, en este mundo tan irreal
que consiste en escribir , en 500 palabras, todo lo que se te ocurra , sin que
el editor pase de ti o el patrocinador le dé una llamada , que dé con tus
escritos en la calle. Si no tienes
padrino, mecenas o simpatizantes, estás en la miseria. Como sabrán , yo de esos
lujos no gasto, lo más que tengo son algunos muy buenos amigos, en redacciones
haciendo de todo para ganarse un muy merecido sueldo y entre los lectores, una
lealtad y una elegancia , que me enorgullece sobremanera. Las
columnas cuelgan, a mi me colgaron las de Muñoz Molina, mucho antes que le
dieran nada bueno por ello y a su vez, como a él, las de Camba , que me
hicieron desternillarme de la risa , decenas de años , después de que muriera. También
me colgaron escritores a los que fui fiel en libros y más libros , porque abrir
página era reencontrarme con un espacio protegido, conocido y querido. Hacer
una columna puede parecer fácil, pero no lo es, no si se tiene oficio o se quiere
hacer bien, como el bueno de Corrales , que se llevaba toda la semana en ello.
En cambio, ya ven, siempre habrá quien vea esto como páginas sueltas, solo
entretenimiento, abrir de boca y dejar de bostezar , pensando “vamos a ver lo
que dice, la tonta ésta”. Quizás no sea nada malo pensar así, puede que no
estemos aquí para remover conciencias , sino el poso del café , mientras el
lector cambia la página del periódico y agria el gesto, leyendo las
noticias. Es difícil encontrar afines y más si eres una vuelta de
tuerca de los raritos, pero con esto, he conocido muchos , los he querido y los
siento dentro. Se sienten , porque somos iguales en desigualdades, viscerales,
todos pegados a una palabra, a un pensamiento y es hermoso verlos pegados, como
yo me pegue muchas veces a un párrafo suelto y encontré calor del bueno . Luego
un día les ves las caras y les escuchas hablar y te enrojece el sentimiento, te
enrojecen las ganas y desearías abrazarles por dentro , pero solo vives para
las palabras enlatadas y los párrafos sueltos.
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