Me gustaría ser
creyente y poner la otra mejilla, pero me da la mala leche y embisto como un
toro. También embisten quienes cobran de la credulidad de todos y se quejan de
los muchos daños que ocasionan los de las huelgas, las reivindicaciones y los
lamentos linguales , ante los responsables de su desgracia.
Podrían poner la otra mejilla y dejarse llevar, como la corriente o la
marea, pero no les da la gana, porque les duelen los espermatozoides en su
bolsa testicular y las esperas de saberse perdidos , en una Bahía, que se
estremece de lo rota que está. Si se pierde un
solo puesto de trabajo, nos vamos todos a la ruina, porque somos supervivientes
los unos de los otros, porque Gades, no se nos olvide , es una isla donde los
comerciantes tienen que vivir de los locales, porque por mucho que digan que
los cruceristas, nos van a salvar, esas raras avis de paso, vienen con el puño
cerrado, pero sin reivindicar , más que las ganas de no gastarse un euro.
Nosotros , con huesos ostioneros y apegados al mar, nos las hemos comido
y nos la hemos guisado , durante siglos y ahora nos toca apencar, por los
nuestros, buscar soluciones y dejarnos de gaitas, entendiendo que es normal que
se emplee la rotundidad de las entrañas , para conseguir poner un plato de
comida, encima de la mesa. No se pide más que
trabajar, no se pide más que cobrar, ya ven que poco, pero se pide y jode, jode
a muchos que no seamos rebaño bien dispuesto a la extremaunción y al
cerramiento de boca y voluntades , para hacernos un raspado de cuernos y que
seamos inofensivos corderos , que llevar adonde les dé la gana. Negra y dura,
tengo la conciencia de tanto tragar, de tanto callar y de tanto esquivar las hostias.
Negra y dura, la suerte que es nacer al lado del mar, con tiempo para hacerte
tres largos y cantarte unas coplas en febrero y ser descendiente de padre
parado y ya jubilado, con cincuenta años de rotundidad peleando por tus exiguos
derechos, con hijos que no podrán ir a la universidad y que en dos o tres años
hinchará aún más las listas del paro, generación, tras generación, asolando la
Caleta, llorando en los bares y tomando cerveza a granel. No todo es febrero
porque hay que comer, hay que vivir y hay que pelear, cueste lo que cueste , porque
es importante, porque si no, tierra llana la de la playa, para ver a las gaviotas excretar en nuestros
cráneos pelados, cachondeándose , como ellas solas saben, graznando en do
mayor.
Me gustaría ser creyente y entonar una avemaría , para que no hubiera
nunca un solo parado en la Bahía, pero ya saben que la tengo negra y dura y se
me da mejor driblar, hincar los cuernos y embestir al paso, que para eso me
parió mi madre, con mente para pensar.
Me gustaría tanto como me gustaría vivir en un cuento de hadas, pero me temo que no somos tan gráciles y livianas; tocará pelear.
ResponderEliminarUn abrazo