jueves, 19 de septiembre de 2013

NO ES CIERTO, PAPÁ


Mi madre, antes de casarse, abrió la casa que iba a ser su hogar y expuso el ajuar, ante miradas curiosas de conocidos. Mi padre, cuando yo empecé en esto, me dijo, que, con el tiempo, haría un buen artículo. Pero escribir no es fácil, porque tienes que desgárrate el alma y solo puede hacerse a dentelladas impías. El primer mordisco es impulsivo y fuerte, pero no certero, tampoco el segundo, ni el tercero, ni el que hace el millar. Pero luego uno cuela, no sabemos si por suerte o por desgracia, y ya sientes en tu boca el sabor de la saliva, confundiéndose con el del amargor, del interior del abdomen. Son vísceras espesas, exultantes y vivas, pero no salen al exterior fácilmente, porque las dentelladas no son uniformes y la piel está tallada en cuero, dura y sin corroer. Por eso, decides meter las manos, aunque no estés seguro y te aterre y te enfangas en vida y muerte , al mismo tiempo, manchándote de ácidos, venas, arterias y viscosidades , que son las coordenadas del jeroglífico de Ulises , para llegar a Ítaca.                                  Cuando mi madre enseñaba su ajuar, esperaba expectante los comentarios, las críticas veladas, algunas sibilinas, siendo personaje atormentado y confuso en un rincón, viendo su vida desmigada y seccionada en toallas, sabanas y cubertería. Años de ahorros, vicisitudes sufridas, recuerdos inconexos y personas tan importantes como su madre, estaban allí,  prendidos los sentimientos que evocaban, en esos objetos , que , por sí mismos , no eran nada.                                                                                                  Cuando escribes te das, te expones, desnudas tu piel a tiras y te dejas arrastrar en el fango de las miradas obscenas, las limpias, las extrañas y la propia, que se refleja en el espejo de tu propio ego. No se hace un artículo bueno , porque pase el tiempo , papá, eso no es cierto, lo que hace falta es destrozarte, desaprender y encallarte los sentimientos, redescubrirte, olvidarte, hincarte de rodillas y vomitar sangre, y después, cuando el tiempo se allane, cuando las ganas se apaguen y lo sufrido te parezca mero chascarrillo, aún así el artículo se vencerá solo y se trastocará, tomando forma propia , haciendo lo que le venga en gana, para conformarse entre las líneas que componen los dedos sobre el teclado. Porque no es cierto, no es fácil, aunque pase el tiempo, tomarle el pulso al aliento, meter las manos en tripas y enlodarte, jalar, primero suavemente, después a tirones sentidos y por último, como en la balanza del pecado, pesándolas para saber qué cosecha se ha conseguido, verte la cara arrugada, las sienes platas, los ojos encogidos, en el brillo de la Romana. No era cierto papá, que fuera sencillo, porque para intentar escribir bien un artículo, tienes que hacer como mamá y vencer al miedo atávico, invocar al suicidio anímico y exponer vísceras al aire , para que se corroan , seduzcan moscones y atufen a los proscritos.

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