Se tapan la cara con
una máscara de pico de ave, desde cuyo interior solo pueden oler perfumes, para
paliar la fetidez que les causamos los apestados. La máscara tiene en las
cuencas que representan los ojos, lentes de cristal rojo que les
impermeabilizan del mal contagio. Portan negra bandera , luciendo un abrigo de
cuero enterizo, rematado en sombrero de ala ancha y sendos guantes. En la mano
derecha, llevan un palo blanco rematado por un reloj de arena, alado, para
zarandearnos con él, sin tener que tocarnos. Son la muerte negra que asola
Europa, el paro, la desolación y la indiferencia, de altos mandatarios que nos
miran con desprecio y asco , porque no producimos lo bastante para darles
beneficio o no gastamos lo bastante, de lo poco que ganamos, en comprar sus
productos y enriquecerlos, aún más.
Nos hemos convertido en el caballo de “rebelión en la granja” y aunque
damos coces , porque tenemos el cuerpo molido a palos, y ya nos cansa, aún
soportamos estoicamente el peso de la carga que se nos ha impuesto, más que
nada , porque no sabemos qué otra cosa hacer , para salir del laberinto del
fauno. Están entre nosotros y no nos
hemos dado cuenta, no queremos darnos cuenta,
mientras vamos al supermercado y cada vez con menos dinero, en los
bolsillos vacíos, valen las cosas más. No queremos darnos cuenta de que no
podemos, porque tenemos hijos y se nos cae la cara de vergüenza , de tener que
contarles , que nuestro futuro apesta y por consiguiente, también el suyo, que
aún no ha sido-ni- iniciado. Ya sabemos que no resistiremos y eso es duro, más
si ni siendo caballos viejos , tendremos la ansiada paz, que ellos, los de la
máscara de cuervo, lucirán, con nuestro esfuerzo, en paraísos fiscales, donde nos los pueda
alcanzar, la justicia de los hombres. “El estado del bienestar ha
muerto”, han predicado en las teles de plasma y los africanos que no les
escuchan y solo ven una valla que les frena en su carrera, saltan y saltan,
cabras inquietas que trepan , por no morir apaleados. No saben, lo mal que
estamos, no lo saben , aún enlatados en los albergues del Estado, ni lo
entienden , porque esto es Europa, la de la calidez de vida, la de vivir bien,
como meta de la abundancia. No ven al de la máscara , porque lo tienen muy
visto con otra mascara y otra capa, otro palo encerado , para sacar llaga y hacer
pus , que es el paro y el hambre y la enfermedad , moneda cruel que circula
libre por parajes infinitos. Nos han vendido y no sabemos a quién, en nuestro
peregrinar de cada día y leemos prensa y no entendemos que callen y vemos
noticias y no salen las caras de los tocados y hundidos , porque no habría
tanto tiempo , para tanta desgracia. Y nos levantamos como autómatas, aún apestados,
purulentos y llagados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario