La Pantoja me ha
jorobado la alegría, porque en mi hipotético sueño de que la condenaran, ella,
al recibir la sentencia, alzaba la cabeza y recitaba…”dientes , dientes”.
Hubiera sido apoteósico, demencial, con la gente callada a su salida y la
teatralidad del momento presidiéndolo todo. La musa de otros tiempos, de
Marbellas y zapaterías cerradas, devastadora con su delgadez ascética y su
pareo enrollado al cuello , como una soga prematura, pie tras pie, danzando en
pasitos cortos , como cuando salió su hijo de “supervivientes” y lo recibió de
la mano de Jorge Javier, toda reinona, enseñándole cómo debe dar los pasos, una
tonadillera que se tercie.
Pero
en vez de eso, vi a una mujer hundida, humillada por la plebe que la insultaba
con voces de cuadro de Goya, en español que pide sangre y que se lleva a la puerta
de los juzgados, horas, porque no sabe,
ya, qué hacer con su tiempo.
En un país , como éste nuestro, donde la gente se rebela y le dan
cocotazos, donde hace escrache y los tildan de terroristas o nazis, donde el
manifestarte ya no es más que mala burla de lo que fue cuando yo iba a Valencia
con mis padres y se preparaban las grandes marchas con zapatillas, anunciándolo
en los muros físicos de los edificios, los presuntos , que dejan de serlo por
sentencia condenatoria de los tribunales, ya no son lo que eran y no nos hacen
disfrutar emocionándonos o rebelándonos, porque se quedan en nada. No se retuercen
mejor las conciencias que con Bárcenas ejecutando una magistral peineta, porque
viejos –viejísimos- llorando , porque los ahorros de toda su vida están
guardado en los cajones administrativos de los bancos, solo son objeto de bufa
de algunos sin nombres que dicen encima piensan…”menos tengo yo , que se joda
el viejo por haber ahorrado”. Somos acomodaticios, perdedores y costumbristas,
gente que se reclina en un sofá y pierde el alma, que se baña en el mar porque
lo tiene cerca y que se hace a todo porque venimos de los flirteos de los
fenicios con todo pueblo que invadiera , que era mejor la resistencia pasiva ,
llamémosla supervivencia, a que te pasaran por el filo de una espada. Y así nos
va, esperando en la puerta de un juzgado, alcachofa en mano, echándonos encima
de una diva caída, desmayada y desmadejada, que dentro de unos días o semanas o
meses, se alzará altiva de nuevo y comentará en verso palatino de revista del
corazón, lo mucho que le ha dolido toda esta farsa. Y la llamará así y se
quejará del juez de la sentencia y de la madre que llevó por los aires a la
primera cabra que subieron a un campanario para festejar algo , que se cree que
baló , pero muy alto, acordándose de los familiares de todos los que allí se
congregaban. La
Pantoja me ha jorobado la alegría, pero siempre me quedarán Urdangarín con su paso
firme hacia los juzgados de Palma y el dedo enhiesto de Bárcenas.
Somos acomodaticios, perdedores y costumbristas, así somos, ciertamente.
ResponderEliminarCada vez que me encuentro con un espectáculo como el que refieres, personas que se amontonan en un juzgado para insultar al derrotado, me pregunto qué los llevará a hacer tal cosa. Nunca encuentro respuesta. Tampoco la encuentro cuando me pregunto por qué aguantamos tanto de quien nos apalea. Salvo si aceptamos que somos un país de perdedores. Cagüen la mar.
Olvídate de Urdangarín, una juez de Barcelona ya ha prohibido que conozcamos los correos íntimos de los duques. Y a Bárcenas terminarán por canonizarlo. Al tiempo.
Qué jodidamente sabia eres!!!!
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