viernes, 6 de enero de 2012
LOS PERIPATÉTICOS
Aristóteles era el tío un hacha, viejo pero rezongón, desdentado filosofo del que nos reverdecen la memoria nuestros hijos y se nos atranca en los pensamientos como los cacahuetes en los dientes tras las fiestas.
Sus discípulos, los peripatéticos, están ahora muy de modo, pues si no podemos ir al futbol a calmar iras, porque se ve mal insultar al árbitro o a los jugadores, tenemos que recoger las defecaciones de nuestros canes y encima sufrimos de menos sueldo y más impuestos, qué nos queda sino pasear bajo lo que sea, pensando en nuestro infortunio y en cómo mejorarlo, exactamente igual que los discípulos del simpar Aristóteles.
Lo que está claro es que las acciones de las pipas de girasol van a subir, se lo digo ya mismo , por si tienen dos durillos ahorrados- que seguro que dos euros no- y los pueden invertir, porque en los estadios sin tabaco, en las salidas de adolescentes sin dinero, en las reuniones de barbacoas familiares -donde ahora solo se quemará carbón que trajeron reyes para que los vecinos no digan que somos unos desgraciados y nos hemos quedado en el puro paro- sólo pipas y más pipas se gastarán , en bolsitas degradables, desnudándolas de su morena atadura para verlas blanquitas y apetecibles, bocado imprescindible de toda boca ansiosa , por miles de deseos frustrados.
Todo ha menguado como si entrásemos en el país de David el Gnomo, sin darnos cuenta y las barras de pan se han hecho pequeñas para ser competitivas y no tener que poner mas céntimos que hacen huir a las madres y disparan los bocadillos, que las bollerías industriales es lo que tienen, que bajan precios y dan aceite de palma a porrillón, aunque desforesten los paisajes de Borneo y se maten a orangutanes a tutiplén para desalojarlos de casa , como a los que no pueden pagar la hipoteca.
Nos hemos hecho muy amantes de los animales y no los adoptamos, pero los robamos, no se sabe exactamente con qué fin, pero los robamos y traficamos con ellos, como con las mujeres, porque valen igual de poco, solo dinero fresco en bolsillos sin corazón, que miran lo que pueden sacar para gastárselo en lo que sea, sin ver el dolor de los que explotan.
Se levantan cadalsos para dictadores y después se les lava la imagen, diciendo que no hicieron nada de mal y que en cambio dieron paz y estabilidad al país, preguntándonos donde irán los espíritus atormentados de los que fueron eliminados como basura, porque opositaban y es más , dónde irán ,en estos días fríos de enero, los dolores -no de parto- sino de muerte temprana de hijos desaparecidos, de maridos asesinados y de familiares vilmente vapuleados, por las fuerzas que tiene poder para hacerlo.
Decía Aristóteles: «Si el ojo, en efecto, fuese un animal, la vista sería su alma, porque ella es la sustancia y razón del ojo, y el ojo es la materia de la vista. Y si a ese ojo le faltase la vista, ya no habría ojo, sino solo la palabra, que podría aplicarse a un ojo de piedra o a un ojo pintado». Por la misma regla de tres , si el ojo fuese la violencia aplicada contra el pueblo y las fotos y los reportajes , su alma, aún arrancando a la gente de las calles , vapuleándolas y acribillándolas a tiros, seguiría ahí el impulso, la fuerza, la rabia y la insumisión, aunque hubiera sido desvirtuada u olvidada, esa violencia.
Lo mismo todos somos un poco peripatéticos, más patéticos que paseantes, más mirones de sueños envidiosos de otros, que pensantes en mejoría, más melancólicos, que solucionadores, pero qué puñeta estamos aún en enero, démonos tiempo y ganas y ya vamos a ver cómo nos ponemos metas, y lo que es aún mejor, cómo las cumplimos, que para eso somos los elegidos, esperma privilegiado que rozó ovulo y se quedó a gestar y mira en lo peripatético que se ha convertido.
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