Entradas en la realidad virtual, las de ahora mismo, en las que para ser popular hasta se venden los contactos, como si fueran oro líquido.
Entradas que hacen madres ahogadas por la rutina cerca de la seño de los niños para festejarse, para festejar que son conocidas y que las escuchan, pobres crédulas, cuando ya se sabe que ya nadie escucha a nadie y solo resuenan en las cabezas los ecos de la propia voz.
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