jueves, 27 de octubre de 2011

Que se sale el gato



"Cierra, que se sale el gato", me dijo mi vecino el otro día cuando fui a avisarle de que por su muro se había colado un menda.

“Porque cierres la puerta no va a dejar de salirse el gato”, pensé yo , pero no se lo dije, me conformé con seguirle, para indicarle desde qué parte le había visto saltarse.

Un perro sí, ves tú, se queda donde tú le digas, hace lo que tú le dices y obedece, aunque sea a santas partes como el mío que es un tekel cabezota y estrambótico y que gusta de defecar donde yo piso por la mañana, pero, en general, la teoría es cierta, porque un perro es otra cosa y se aguanta con lo que tú quieras y se jode y calla o aúlla como un perro, mismamente, como el que acabo de escuchar hace un rato y que laceraba el aire con su quejido.

No sabía yo de dónde venia, porque si lo hubiera sabido era para denunciarle porque qué burrada puedes hacerle a un perro para que se queje así, tan largo y tanto rato.

He visto perros escapistas en la protectora de Rota, asaltar vallas metálicas y sortearlas para darse u garbeo y luego volver, como si tal cosa, de nuevo a donde tan grato les acogen…pero ¿un gato? …un gato se escapa por capricho de ver la luna, porque ellos son del aire y del tiempo que les vio nacer y almas que fueron de dioses y ahora presumen de existencia, más que los mortales que los acogen bajo su guarda y techo.

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