viernes, 21 de octubre de 2011

PURAMENTE GADITANO




En lo que será el nuevo museo del títere, justamente bajo su solar, se encontraron los restos de un fenicio de pro, que huía con la mano levantada , cuando lo sobrecogió la muerte.

Los científicos del Hospital de Puerto Real que dejan a los del CSI con los colores subidos de tono, han determinado que era un gaditano originario y que además de ir huyendo , el pobre hombre-lo que son las cosas- tenía mareos, vértigos y cefaleas. Valentín, que así lo han bautizado, porque le hicieron una radiografía -rara y cara- un tal 14 de febrero, saltó por patas y se quebró una, para alcanzar el mar que no veía , porque en un ataque de los griegos- que eran como la plaga de las tiendecitas de los chinos a un euro- quemaron lo que les vino en gana y arrasaron lo que pudieron y nuestro gaditano sustancial no quería perder piel , ni quemársela en el invento.

Pero el desgraciado se asfixió , cosas de la Historia y del esqueleto, según cuenta el profesor Calero. Y es lo que tiene ser gaditano o fenicio, ajado por los pliegues de los joios griegos, o de los jefes o del que está encima tuya y no para hacerte un pase sexual, sino para jorobarte la existencia, que cuando no estás quemado, estás mareado por el paro y la crisis, cuando no, vomitando sapos a degüello y lo más que quedas-después de jugártela con lo que sea o quien sea- es tirado, asfixiado y roto, como marioneta sin dueño.

Es la vida que nos ha tocado vivir-para qué vamos a quejarnos-aguantando a tocapelotas y monosabios que solo sirven para tirar del toro en la plaza y creerse toreros de primera . Es la vida que le tocó vivir al fenicio con mareos y cefaleas , sin poderse tomar una aspirina y riéndose los chiquillos al verle dar pasos de pato, con la mano levantada , llamándole “el fatiguiti”, en tono de cachondeo.

Luego, vienen los científicos y dan muchos parabienes y explicaciones y lo sacan –ahora que reposaba tranquilo, oliendo Caleta y rezumar de humo de escape- para que no se partan sus huesos, lo envuelven en poliuretano, como si fuera tabla de surf y revelan el tuétano y desvela lo que el pobre hombre no quería… que era cobarde y corría, como alma que se llevaba el griego, para salvar su preciado trasero. Lo mismo que más de un personal quiere salvar su trasero , en esta crisis , y hace números y cruces, porque moverse en este barco , nos movemos todos y cogemos casilla, como en el ajedrez o las damas y vemos que las únicas que permanecen impasibles en el horizonte del Puente Carranza- sea la hora que sea- son las gaviotas, las mismas que vio el fenico reírse de él, antes de caerse en redondo, asfixiado y roto, las mismas que vemos cuando vamos a trabajar o levantamos la vista al cielo, las mismas que nos fagocitan encima, a poco que nos cojan por entero.

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