No es el cuántos, es el
cómo. Una vecina de Benadalid ha cumplido cien años y ha invitado a todo el
pueblo a chocolate con churros, pero no es rara avis porque en algunos pocos
años veremos centenarios caminando por las calles con la mayor de las
normalidades.
A la maternidad tardía, ya ven ahora hasta con sesenta años, se impondrá
“la Gran vejez” llamada así porque será trabajada y estable, formada por gente
centenaria. Como dice Vanesa,
mi peluquera, el problema son los jóvenes que se quedarán como Carlos de
Inglaterra vistiendo santos , porque no serán necesarios para la continuidad . La
Geriatría pasará de ser afición de médicos de Residencias a especialidad muy cotizada
, porque habrá tantos ancianos y en tan buen estado que no querrán dejar ni de
producir , ni de influir, en el ámbito de su profesión. No piensen en ancianos
esqueléticos y desfondados, residiendo en geriátricos con destino a muerte
segura, sino en evolucionados ancianos
que parecerán sesentones cuando sobrepasarán con mucho la centena, activos e
inagotables. Y quién querría dejar poder, dinero y estabilidad cuando la vida
es prácticamente inagotable. Saben que no entiendo por dónde va la evolución
pero seguro que no es por la necesidad de hacernos más solidarios ni más bondadosos,
sino más agresivos, más contumaces y más egoístas porque queremos la
supervivencia de cualquier modo y a cualquier precio. Y ahí entrarán, no la
genética natural, sino la investigada, la evolucionada, para que los poderosos
lo sigan siendo sin las enfermedades que nos frenan en el tiempo para no
lastrar a nuestra propia especie. ¿Se acuerdan de los cromañones, nuestros
ancestros, que vivían con la fragilidad y la temporalidad pegadas a los talones, o los del medievo
cazados como ratas por las plagas divinas y la desnutrición y la suciedad?.
Pero nosotros somos semidioses de la tecnología y los avances médicos no nos dan
la inmortalidad pero casi, llegándose a ancianos que viven más que sus mentes
en cuerpos depositados en residencias como ofrendas a la ética social. ¿No
queremos eso, verdad? Y no lo tendremos, porque evolucionaremos hasta ser los que llegan, los que perseveran y los que
están, contagiados de churros y chocolate a la benadalicense. La señora que ha
sobrevivido a pontífices, a políticos, y a reyes para convidarse de vida y
esperanza , será estudiada junto a otros muchos- como ella- que nos enseñarán
el camino a las estrellas porque solo gracias a ellos conquistaremos esos
lejanos mundos -recién descubiertos- que necesitan gente longeva para llegar y
ser poblados por nuestra huella, nuestros pasos y nuestra descendencia. Es una
inmortalidad idiota, lo sé, pero así somos, no hacedores del bien común ni de
la mayor de las felicidades sino de nuestra propia codicia. Capaces de comprar
cachitos de Luna para fundar colonias que nunca serán tales, sin dolernos la
carne morena que se asienta sobre concertinas sangrando hematíes, eritrocitos,
glóbulos rojos y leucocitos. Centenarios manchaditos de chocolate calentito.
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