viernes, 4 de septiembre de 2015

ALGO VIEJO


Las vacaciones no reponen y menos las mías. No he parado de escribir y me ha caído algún premio. Lo viejo. Los niños han berreado, como si en vez de laringes tuvieran tubos de escape . Los mayores han salido y entrado para recordarme que los calores no son de agosto sino de las oscilaciones hormonales. Lo  viejo.                                                            Los días han pasado y ya estamos de nuevo aquí, sin mérito que nos honre, ni paga que nos guarde las espaldas.                                                                                                            Ángel Mozo no, porque voló donde los poetas y cuentistas duermen, donde los filósofos y gente de mucha parla y poco billetero, juegan a las cartas con la Canina.                            No necesitan dinero los que solo gastan tinta y dan a  manos llenas, como él, convidando a lugares comunes, a recuerdos y anécdotas.                                                           No necesitaba nada ese hombre que no andaba con los tiempos , sino con la historia, más que amigos de ideas, conocidos de bocacalle y una compañera que lo era todo.                        Sabía más que nadie , Ángel, de la pequeña barca en la marea, de esa ingrata que a los suyos bambolea y a los lejanos acuna. Lo viejo.                                                                              Me ha dado coraje ver que se ha ido Ángel, me ha dado mucho coraje. He sentido tristeza  por sus allegados,  dolor  por los que perdemos su sabiduría. Pero el escozor de que lo mucho que dio no se tuviera presente, sí que me ha llenado por entero.                                                                                                                                       Nos hacemos tiempo y nos borramos, nos disolvemos como azucarillos en el agua de la vida. Envejecemos y se nos aparta de todo lo que amamos y de todo lo que somos, porque la vida discurre rápida, la crisis mata el talento y los sirios no son  sino metáforas de cada uno de nosotros vagando , buscando nuestro sitio en la tierra. Lo viejo. He vuelto, hipotéticamente, de vacaciones no pagadas, de descanso no logrado, de vueltas y más vueltas en la rueda de un hamster.                                                                           Me ha dado coraje y no me repongo, será la cagada de un psicólogo que dirá algo sobre retornos, pero las teclas son pesadas y no dan su ritmo adecuado . Lo viejo.                         Quizás es que Ángel ya no está , porque se ha ido en dos necrológicas que no hacen justicia a los muchos años que se llevó tejiendo artículos y buscando en reseñas y apilando cosas , que, como decía él , "eran mérito de amigos que se las pasaban".                  Me asombraba la cantidad de artículos que podía llegar a escribir y se lo dije y no le tomó cuentas, hombre jovial y divertido, de verbo fácil. Lo que sí me dijo es que lo que yo hacía, gustaba a su compañera. Por ella, van estas lagunas, estas banalidades, estas obviedades, que componemos los que como Ángel , no sabemos dejar las dactilares quietas. Lo viejo, que nos atormenta. La oscuridad que nos llama y que paramos con un folio blanco , levantado en señal de tregua.

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