domingo, 21 de junio de 2015

LABIOS PINTADOS


Cuando pare una elefanta, las demás paren con ella, porque la cría es de todas.                
Nosotras no somos así, cuando pare una, las demás esperamos con la daga enfilada. Por eso nos va como nos va. 
Estoy harta de verlo y ahora que se acaba el curso de nuestras crías , retomamos descanso y dejamos caer el puñal en la vaina de la que nunca debería haber salido. Pero es mera supervivencia, porque a las elefantas las preña el mismo y viven en comunidad y su supervivencia depende de eso , de que sean piña. 
En cambio nosotras, volamos sin escoba y a cada racha de viento pensamos que fracasaremos en el intento de mantenernos a flote. Ahora hay mucha trepadora porque se ha instaurado el régimen de que vale solo quien llega  y se escucha a las puertas del colegio qué hay que hacer para llevar un plato de comida a casa. No siendo el comentario ni elegante, ni halagüeño.                                                                                                                                  La política también entra en fila y ya hay quien cavila a ver qué pasará si los nuevos no perpetúan en sus cargos a los que otros pusieron en ellos .                                                                Ha llovido mucho desde aquella foto de mi madre en blanco y negro con sonrisa esplendida , que nunca volví a ver , con sus amigas del brazo comiéndose el mundo, felices a más no poder. Ahora niñas de ocho acosan a otras conviertiéndolas en basura y por más denuncias no se consigue más que la victima vaya a otro colegio y la bestia parda , por mucho que sea menor , se perpetúe en su mala leche.                                       Es curioso porque hay protección para la acosadora porque es menor y se vela por su anonimato o sus derechos, pero la víctima no es protegida de igual modo de esas agresiones, de esos abusos a su autoestima y desarrollo, porque la ley se encuentra , dicen, desprotegida y sin armas, contra ellos. Es algo que nunca entiendo, como que las mujeres siempre andemos haciéndonos la puñeta, criticándonos por lo mínimo y buscando la forma de jorobarnos a poco que lo intentemos. No es feminismo, es sentido común, porque la envidia ha hecho mella y como dijo una que me llamó virtual y que tenía el sentido escocido por la amargura , son muy deseables las orondeces de mis caderas. Es , ya lo notan, el sarcasmo una salida, también la creencia de que cambiaremos, la primero yo que adelanto un palmo y que soy constreñida a base de reservar mis pasos y de acunarlos con los suyos que son leales a más no poder, sentaditos ahí donde les coja. Lo mismo hemos cambiado y desde que mi madre coloreó en las fotos y se hizo mayor , las mujeres hemos cambiado y al dedicarnos a esto que es prosperar , que es no arrastrar a nuestros hijos o al menos no parecer que lo hacemos, nos hemos naturalizado en el arte de guerrear por guerrear, que no es sino despellejarnos con ganas. No hay día que no salga el sol que no vea ojos chorreando sobre mi cuerpo, el escrutinio de las palabras o un aire de cejas levantado, galopando en caras que se suponen cercanas. Hemos matado a la elefanta ancestral de nuestras abuelas, aquellas que vivían en camaradería como las mujeres de los presos políticos que tomaban sopa de la nada de no tener ni que echarle dentro, pero que se agrupaban y compartían penas, que es mucho en cualquier tiempo. No tengo más hermanas que vosotras, más amigas que vosotras , ni más hijas que las que estáis por ahí desperdigadas esperando mis besos y abrazos. Si no me doy , no puedo y sin embargo dudo y renuncio, dudo y peno, porque no soy elefanta y tengo una afilada daga entre las arrugas de los dedos. El calcáneo aprieta el paso y mecemos en los nudillos nuestro futuro que no es más que sol y horizonte, hermanados, apaisados y compactos, en una foto en sepia que heredarán con nuestros huesos. Cajitas de polvorones con la entrañas hinchadas de fotos en blanco y negro , donde chicas de poco más de dieciséis paseaban por una calle con la sonrisa henchida , los brazos abrazados a otros de amigas que eran como hermanas,de elefantas que veían amanecer juntas los días, mientras una paría y las demás velaban,magnifica cofradía.

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