lunes, 2 de junio de 2014

AGUA DE BOCAZAS


Los cadáveres de la Complutense están vetados, porque el formaldehido se ha envenenado. Nos hemos envenenado todos, porque las buenas voluntades se tiran al crematorio y los donantes de la ciencia, se apilan en camillas compungidas. Como los perdidos, como los olvidados, como los que circulan por las calles y plazas con su mochila a cuestas, invisibles entre el tráfico, desahuciados de vida y muertos , cabalgadores de tragedia. Las elecciones no les han dado resuello, ni les han crecido raíces, ni aún con Podemos ven ellos salida al laberinto de ruina , en que se ha convertido la cotidianeidad. Las ropas tendidas, la olla puesta, los niños al cole y los corrillos , son ausencia en los carrillos de supermercado, detraídos de uso normal y apalabrados a manos y piernas, a viajes de destino que lleva hoy aquí y mañana dónde sea, que haya algo por lo que deambular , en pasos cansinos. Contenidos cartoneros, contenidos sin carne , ni verduras, restos y restos, miseria y más miseria. Y luego calle y luego en los periódicos, disculpas silenciosas y las elecciones y Susana Díaz y los patriarcas del Estado meciendo las encuestas y buscando necios culpables , que no lo son , porque nacieron vanos , como el vientre de una pipa seca. Luego los ves en primera plana, abatidos en su dolor o exultantes de gloria, escrutando al posible vencedor para ver cómo lo ha hecho, cómo puede hacer crecer la esperanza, la idiotez revenida, la intención de voto o el agarradero, a eso tan fútil que es el poder y que a muchos , gusta tanto. Nunca pude entender cómo le gustaban a Letizia los zapatos altos, cómo las recepciones, cómo los besamanos,  a ella que gozó de libertad de irse al Corte inglés y perderse sin bullas, cascabeleando las bambas cuelliviva, rengueando de soltería, apabullando los pies ligeros. Y ahora, en portada del Hola, delgadísima, vicetiple de una orquesta compaginada, en flases delatores y letras grandes, adormecida y entornados los parpados , por tanta raigambre. El hijo de un Dios, estaba feliz en el desierto, puro en su ayuno consentido, desmadejado y limpio como el viento, como las dunas y las arenas milenarias. Pero volvió y se le juzgó y fue condenado, porque la fama cuesta y es ahí, donde algunos van a  pagarla. Y se llenarán las primeras planas de lo que ellos quieran y mecerán la cuna , manos enguantadas y se verán los cristales del color que los pinten y seremos borregos bien dispuestos , en colas de a dos , para entrar mas cómodos en el matadero. Pero nos gustará, porque tendrá hilo musical y lo habremos pagado en cómodos plazos y los nuestros vendrán a nuestro lado y no caminaremos , sino que nos llevaran en andas, esos, que no saben qué intenciones avisas tenemos , antes de cada elecciones. A los que son como yo , los echarán a un lado, como a la fruta defectuosa, a la que es más grande de lo establecido o con peor color o más enana o arrugada y harán mermelada o las darán a las ONG , que postulan intenciones y se convertirán en bocado de hambriento, sin florituras, ni falsas modestias. Entraremos en la boca y atravesaremos la laringe, seremos deglutidos y nuestra savia , será savia de hombre libre y empobrecido, abandonado, desahuciado, expelido y tirado a la basura. No seremos cadáveres que meter en formol, ni a los que inyectarnos conservantes para que nos estudien , porque seremos libres, aire puro, horneado y perfumado de mares antiguos y voces nuevas. Nadie hablará de nosotros cuando estemos quietos, nadie morirá por nosotros , porque estemos hambrientos, nadie penará por nosotros si somos peones , en un tablero . Porque solo unos pocos sabemos, que, en el Anatómico, la inyección de formol, ya está con su vientre bien lleno y la punta de la aguja, afilada y las camillas , compungidas en espera nuestra. No estoy muy segura de si podemos rescatarnos , de nuestros propios sueños.

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