No sé exactamente de
qué especie estamos hablando, pero tenemos entre manos una plaga. No se trata
de los talleres piratas , ni de los taxis piratas , ni de los que se buscan la
vida , porque el maná no cae del cielo, desde que se dio cuenta- su
organizador- de que para muestra, ya nos valía con un botón. Es nuestra
historia, que es esencia y no se estudia , porque escarnece y no ablanda
voluntades , sino que cierra puños como de infantes nacidos , en busca de
aliento de vida. La
ciudadanía no se da cuenta de nada, porque nos dopamos con estimulantes,
tranquilizantes, antidepresivos y algoritmos anímicos, que nos hagan olvidar el
cenagal , en el que estamos metidos. Andamos acelerados y encabestrados ,
aunque los encierros , para conmemorar la resurrección de un profeta, consistan
en soltar a un animal , para vejarlo. La semana de vacaciones , no ha sido tal ,
porque solo pocos afortunados se la han enjaretado a la cintura, porque sigue
abundando el paro y escaseando las oportunidades. Pero como les decía, somos
país de picaresca, país de descubrimientos y de inventores e inventiva que
echarnos a la jeta, así que medramos y no les hablo de los políticos que hacen
oficio rentable de ello, apoltronados perdidos, sino de los que andamos al
ritmo cansino , que nos dejan nuestros juanetes. La gente se busca lo que sea ,
porque tiene que darle de comer a sus hijos y dice aquello tan manido de “si me
tengo que meter a robar, me meto”, pero no, porque los apoyaderos de las barras
de bar son un obstáculos para ello y las tertulias a pie de calle y las
ilegalidades , que aquí donde los fenicios hacían cuartel , la vida se viste
con otra cara. Y las gaviotas, sobrevuelan aposentadas en lo estático y nos
miran por encima de las alas, esquivas ellas , que no tocan basura más que para
posarse y robar lo que pillan, aves rapaces donde las haya, no símbolo de
libertad, sino de codicia. Nosotros las miramos a ellas y procuramos no mancharnos
con las heces que nos regalan, sin saber aún a qué especie tenemos que hacerle
frente, porque son muchos los frentes , que tenemos abiertos. Y no nos
entendemos , porque tenemos los oídos taponados y no sabemos reescribir los
renglones torcidos , que nos dictan para sacar la verdad que nos sacaría de la
miseria. Así que vamos sobreviviendo, que no es poco y lanzando a la cuneta a
los vivos y a los muertos, desparasitándonos de vida que nos sobra, renunciando
a derechos y prestaciones , que eran nuestras , pero que ya no serán de
nuestros hijos. Qué más nos da si nos cruje el sentido común o se nos arruga el
futuro, qué más nos da si seguimos andando, descerebrados en fila india , no
sabemos hacia dónde , pero sin que perdamos el paso, envenenados de rutina.
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