jueves, 24 de abril de 2014

CONTROL DE PLAGAS


No sé exactamente de qué especie estamos hablando, pero tenemos entre manos una plaga. No se trata de los talleres piratas , ni de los taxis piratas , ni de los que se buscan la vida , porque el maná no cae del cielo, desde que se dio cuenta- su organizador- de que para muestra, ya nos valía con un botón. Es nuestra historia, que es esencia y no se estudia , porque escarnece y no ablanda voluntades , sino que cierra puños como de infantes nacidos , en busca de aliento de vida.                                                                                     La ciudadanía no se da cuenta de nada, porque nos dopamos con estimulantes, tranquilizantes, antidepresivos y algoritmos anímicos, que nos hagan olvidar el cenagal , en el que estamos metidos. Andamos acelerados y encabestrados , aunque los encierros , para conmemorar la resurrección de un profeta, consistan en soltar a un animal , para vejarlo. La semana de vacaciones , no ha sido tal , porque solo pocos afortunados se la han enjaretado a la cintura, porque sigue abundando el paro y escaseando las oportunidades. Pero como les decía, somos país de picaresca, país de descubrimientos y de inventores e inventiva que echarnos a la jeta, así que medramos y no les hablo de los políticos que hacen oficio rentable de ello, apoltronados perdidos, sino de los que andamos al ritmo cansino , que nos dejan nuestros juanetes. La gente se busca lo que sea , porque tiene que darle de comer a sus hijos y dice aquello tan manido de “si me tengo que meter a robar, me meto”, pero no, porque los apoyaderos de las barras de bar son un obstáculos para ello y las tertulias a pie de calle y las ilegalidades , que aquí donde los fenicios hacían cuartel , la vida se viste con otra cara. Y las gaviotas,  sobrevuelan aposentadas en lo estático y nos miran por encima de las alas, esquivas ellas , que no tocan basura más que para posarse y robar lo que pillan, aves rapaces donde las haya, no símbolo de libertad, sino de codicia. Nosotros las miramos a ellas y procuramos no mancharnos con las heces que nos regalan, sin saber aún a qué especie tenemos que hacerle frente, porque son muchos los frentes , que tenemos abiertos. Y no nos entendemos , porque tenemos los oídos taponados y no sabemos reescribir los renglones torcidos , que nos dictan para sacar la verdad que nos sacaría de la miseria. Así que vamos sobreviviendo, que no es poco y lanzando a la cuneta a los vivos y a los muertos, desparasitándonos de vida que nos sobra, renunciando a derechos y prestaciones , que eran nuestras , pero que ya no serán de nuestros hijos. Qué más nos da si nos cruje el sentido común o se nos arruga el futuro, qué más nos da si seguimos andando, descerebrados en fila india , no sabemos hacia dónde , pero sin que perdamos el paso, envenenados de rutina.

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