jueves, 3 de octubre de 2013

NUNCA TUVE UN SUEÑO


He visto artistas del circo que funambulan sobre cortos perniles de ventanas, para poner antenas , limpiar cristales por fuera o como éste último ángel, instalar un tendedero. Está grave, ya les digo, porque se cayó de un quinto piso, sin ascensor de bajada, sino a cuerpo limpio contra el asfalto. Pero no es el primero, ni será el último, que la vecina que transita sobre los congelados de la esquina, saca medio cuerpo y percherón , para darle a la bayeta contra la suciedad , que ella debe ver como insultante, pero que a pie de calle, parece nimia.                                                                                                                 Nos obsesionamos por cosas intangibles, por verdades a medias o por necedades que solo nos llevarán a la ruina y no lo hacemos por el alcohol y las drogas en vena, que portan los guiris al saltar a la piscina , sino porque a modo juancarlista, nos da la real gana. Andamos cojos de columna y metidos en hondos pellejos, que nos trasmutan el alma , sin ganas de seguir viviendo. En mi mundo microscópico , de hormigas enlatadas, empiezan los cumpleaños de los niños, porque se han acabado los apretones de los libros y los cuadernos y el no poder pagarlos y ya se ha digerido la bola de pelo raspo y ahora toca empezar a girar , como las bailarinas clásicas a una sola pata. Todos cumplimos edad de viejos. Algunos más, como mi hijo pequeño, que me pregunta por las mañanas , “dónde están los ladrones” y cómo puede hacerles frente, rememorando un episodio de Doraemon , que lo tiene enganchado al plasma. Intento decirle que están , como el dios de los hebreos, en todas partes, pero él entiende , que en todas épocas y lo premio con una sonrisa, hasta que me mira con ojos de niño y me corta el resuello, porque solo somos eso, ojos perecederos. No sé en qué nos estamos convirtiendo, pero me gustaría parar en la próxima parada y ver el cielo, oler el mar , sacarme máculas y sellos, soltar amarras, sin saber adónde virar, pero bailando de contento. Lo mismo es que los funambulistas  me dan envidia, y también los que no tienen vértigo y los sacamantecas que no tienen memoria y los que presumen en fotos de memeces y los que olvidan por olvidar , hasta sus pensamientos. Hay una gran caída desde un quinto piso para quedar machacado en el acerado, sucio de orines de perro. Hay muchos ladrones en todas partes, que nos roban futuro, esperanzas, sin que nos demos cuenta , ni queramos entenderlo. Se hace política a nuestras espaldas, en despachos secretos, porque los que salen en las fotos solo enlucen ventanas con medio cuerpo fuera, solo quitan suciedades que ninguno vemos, haciendo equilibrio . Mentiras que tragamos , como los peces de mares contaminados , en formas de películas diminutas de plásticos , que ellos toman por plancton y que les siega la vida. Funambulistas de la vida, que caemos del quinto piso.

2 comentarios:

  1. Tengo vértigo, me has dejado hecha polvo.
    Pero sí, deciden y todo lo demás a nuestra espalda. Y nosotros también miramos para otro lado.
    Nos falta coraje para tomar medidas radicales. En eso nos diferenciamos de ellos.
    Tu niño y los niños como el tuyo vendrán a rescatarnos.

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