jueves, 10 de octubre de 2013

MARTA


Algunos no entienden cómo la familia de Marta se ve feliz al lado del sitio donde se espera que encuentren-por fin – el cadáver de la cría. Pero no es difícil ver que la espera es terrible, la incertidumbre, de cómo fue su muerte o el deseo de enterrarla como una persona y no donde los asesinos quisieran. Marta ha cambiado como el país, de rico a pobre, cuando apareció por primera vez como pérdida en todos los noticiarios, blogs y faces. Ahora hay muchos que se refrotan las manos porque creen que los sindicatos van a caer, empujados por Alaya y no miran que no ha caído un gobierno , aunque el Presidente haya mentido o el tesorero del partido que gobierna, esté entre rejas. Claro , pero es la cultura del caso Malaya o del Karlos, del “hazlo, que siempre puedes salir bajo fianza”. No Bárcenas o Porto , que tienen mucho dinero y contactos fuera , para desaparecer como los bocadillos del recreo de los niños , en el otoño del 2013. Deberíamos preocuparnos por ver la común mejoría, pero nos llena mucho apuñalar el ojo ajeno, al contrario, al que nos dice nuestro ADN político, que es el enemigo, porque nos pisan los callos , pero no queremos creer que nos equivocamos al votar. Andamos pobres, diezmados y jodidos, sobre todo jodidos, sin dinero en el fondillo de los pantalones y vendiendo el alma a plazos lentos , en sacadas de IVA a más del 20 por ciento. Marta no ha visto caer la muralla de la impugnabilidad aznariana, no ha visto deshacerse los esqueletos de los rascacielos, ni los ahorros de los jubilados, ni el prestigio de las donaciones a partidos, ni las becas, ni el futuro de la sanidad. No ha visto nada , como muchos, que siguen fijándose en los ERES para sacar resuello, para hacer política de barra de bar y jactarse de que todos son iguales o peores que ese Zapatero , al que perseguían para abuchear, a poco que sacara el gaznate en un acto público. Marta está esperando, que desentierren su cadáver, que se haga una justicia,  que ya no se hará , porque ha sido dictada sentencia y lo que diga su cuerpo , a no ser que haya pruebas concluyentes y nuevas, a Carcaño le va a dar igual. Lo mismo a otros no tanto y por eso ha largado y no por vergüenza, ni por arrepentirse , ni por humanidad. Ojalá que la Majaloba dé a la luz ,  lo que debió parirse hace tanto tiempo. Ojalá que vuelva a sostenerse fuerte y pública nuestra sanidad, que los viejos jubilados no tengan que repagar el copago con sus míseras pensiones y que los políticos , y de paso muchos que viven en su ninguneidad,  piensen más en todos, porque en el barco quemado de Lampedusa vamos todos y  si para salvarnos quemamos la cubierta , terminaremos alimentando a los peces de bajura , con la carne de nuestra libertad. 

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