Se me pierden cosas muy
importantes…Se me pierden las ganas de aprender, de enfurecerme, de empezar de
nuevo. En cambio, se me clava en las carnes, la laxitud, la desgana y el
hastío. No es depresión, no es tristeza, es hartazgo. La cara de Urdangarín ya
no me dice nada y me importa un brócoli , lo que sea de su vida. Envidio la idiotez de algunos que sustentan ídolos de barro y van a sus
reapariciones y gritan, a viva voz, que la Pantoja no ha robado nada. Los programas enlatados, en directo, tampoco ayudan, porque se revuelcan
en el lodo personal , como si les fuera las vísceras, en ello. Tampoco me ayuda
el silencio de Constantino Romero, el arte que se esfuma por las costuras del
tiempo, dejándonos sin cosa insalvables, por mucho que diga mi amiga del Bló” contando los sesenta”, que lo mejor
deviene, cuanto más mayor te haces.
Veo a mi vecina
apergaminada con sebo , en los más de sesenta y creo que terminaré como ella,
cotilleando, jorobando a los que tiene cerca y deseando lo que ya nunca será ,
ni tuvo arrestos para procurárselo. Veo muchas mujeres todos los días, pegadas
a hijos escolares, dejadas por hijos adolescentes, pendientes de maridos a la
fuga del paro que arrecia, limpiando casas ajenas, quejándose en las cercanías
del colegio del poco dinero, de lo mucho que cuesta todo y lejos de molestarme,
me cansa levemente , entibiando la humanidad que el escribir te quita. Ya la
cara de Urdangarín no me dice nada, ni su palacete de Pedralbes , ni las
perogrulladas de los políticos que matan sueños y ambiciones, con sus Consejos
de necio. Estoy cansada, terriblemente cansada. Me duelen los sueños, se me han
secado los pensamientos y las manos agrietadas por la inanición de buenas
historias que contar, hacen huelga a la japonesa, salando tortillas de patatas.
Ya ni la menopausia me abruma, ni exponerla a ajenos, me es regurgitante de
invenciones y prodigios versarios, porque el corazón se me ha parado y las
letras no salen de donde debieran. King escribió sobre la página en blanco,
pero no sobre la mente en blanco, las noches en banco, las vidas en blanco y
los libros sin escribir , porque se te ha secado el magma que creías infinito y
no encuentras la bondad del viaje al interior de la tierra. Se me pierden la
vida intentando ser, se me pierde intentando dar y se me revierte en canas aguadas por el
tiempo, gorduras que no estaban ayer y dolores de huesos que no veo. Encuentro
mis pasos por la mañana al pie de la cama, en las zapatillas de felpa, pero mis
pensamientos reposan con las canas renacidas sobre la almohada, ajenos a mí,
traidores y desvaídos, buscando otra cabeza más disciplinada y festiva, en la
que alojarse. Me siento cansada, porque cada vez hay más tiempo vivido en mis
venas y menos trasiego. Me siento cansada y aún así, me elevo.
refieres que vives y vivir es hermoso,pero duro.
ResponderEliminarese escrito demuestra que no estas en blanco:solo cansada.
Caer está permitido,levantarse es obligatorio.Besos reina.
Te leí ayer y no fuí capaz de responderte de tanto como identificaba tus sentimientos. Pensé: ¿en qué momento he escrito yo eso? Y me vino a la memoria la muerte de Yolanda González, no sé por qué. En ese momento y quizá en otros semejantes, la naturaleza se resiste a seguir: ya no puedo más, te grita. Pero sí puedes y sigues. Porque, como bien te advierte ese que te llama reina, eso es la vida. Un permanente nadar contra corriente.
ResponderEliminarTambién hay otra manera de vivir, claro, de manera vicaria, a través de los otros, en forma de plasma. Pero no sé si a eso podemos llamarla realmente vida.
Besos, nena, qué gusto saber que estás ahí. Y en Cádiz, amosanda, que das una envidia...
Ya quisiera yo escribir como escribes tú...
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