Hemos pasado del Estado
del bienestar al de felicidad , en corto espacio de tiempo. No hay más que ver
la cara de la gente a cualquier hora del día para darte cuenta de que estamos
en estado zen de trascendencia meditativa. Poco nos falta para llegar al
nirvana y con suerte lo alcanzaremos antes de que finalice el año , porque nos
vienen ayudas europeas en forma de despidos de empleados públicos en Grecia o
la indemnización de doce días, por año trabajado , en Portugal. La vida es
sencilla a más no poder y siempre hay quien te hace ver lo mucho que hace la
solidaridad ciudadana, la iniciativa y el emprendedor. Lástima que este nuevo
estado nuestro , de laxitud post cabreos varios, nos haya quitado las ganas de
todo y nos deje entre marionetas y espartos, hechos unos zorros, que no dan
para nada. Podríamos alegrarnos al leer que pisos en crevillet se venden por 39.000
euros , pero en cambio nos enrabia por haber caído en el engaño de la burbuja
que hizo el mago de Oz , dejándonos con dos palmos de narices, en la perra
calle. Como se acerca la navidad estamos contentos, los niños cantan
villancicos en los colegios públicos , mientras se afanan en recoger para
caritas que es lo propio de las fechas , más este año que se hace recuento de
parados y no falta casi nadie en las listas. Que los ministros digan que
andamos cabreados , porque nos han quitado- a quien lo tuviera- paga extra y
días de moscosos, es una infamia, andamos jorobados y maltrechos por nuestros
derechos, esos que heredamos de combatientes por la libertad y que ahora
deslucen en las estanterías de algún museo. Pero como tenemos este estado de
felicidad transitoria, producto de polvorones en lata y turrones del Dia, todo
nos va bien y nos conformamos con que nos paguen por cuatro horas y que sigamos
en la brecha, mientras haya créditos personales que pedir a los bancos que
viven de nosotros y de nuestra gentileza, ganándose nuestro corazón con
preferentes e hipotecas que nos dejan delgados , aunque comamos y jóvenes para
poder trabajar más y más lejos, por un salario de miseria. No hay más que ver
la cara de la gente a cualquier hora del día para darte cuenta de que el
nirvana se acerca, que fallaron los mayas , pero se pude volver a intentar, que
salir, alguien saldrá, pero no sabemos cuántos se quedarán en la cuneta, porque
el barco del amor ha partido y hasta él que parecía de fábula, se cae a pedazos, con cieguecitos
saludándonos con la mano derecha desde la cubierta. Hemos pasado del estado del
bienestar al de la felicidad enlatada, marca España, en corto espacio de tiempo
y no nos ha dolido nada, más que la necedad, porque nos hemos reventado la
garganta de tanto protestar y nos estremece el alma la incertidumbre, pero no
se quejen, que ya viene la Navidad y el año por nacer , así que apúrense en
coger entradas , porque termina en trece.
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