No hay más que ver la
cara del Rey en Cataluña para saber que España no va bien , plasmándose, en los
noticiarios, las mareas humanas llegando hasta las puertas del Congreso.
La
gente está harta, no quiere violencias, pero sí, al menos, que le dejen
repatearse en paz. Pero ni eso está permitido, porque blindan acercamientos,
dan palos de ciego y muelen las costillas de aquellos que se niegan a hacer lo
que otros dictan, por mucho que lleve el beneplácito de las urnas.
Porque si votamos y nos engañan, hacen con nosotros lo que les da la
gana y nos llevan a la miseria, ¿no deberíamos cortar, igual que en una
relación de cuernos , de tragedia griega¿. Pero saben lo que pasa, que los
sillones gustan en las nalgas, los coches oficiales son rentables y aunque Esperanza
Aguirre diga que no se ha olvidado de conducir por mucho que llevara décadas
montada en un coche oficial, sí se olvida, se olvida al ciudadano de a pie, se
olvida el precio de un café en la barra de un bar de curritos y se olvida a
quien hinca los riñones por cuatro míseros euros.
La familia de Bretón anda indignada como los que asediaron el Congreso
con eslóganes de resaca de podredumbre, con no encontrar ya ni la esperanza
perdida porque hace mucho que se la ha dado por muerta.
La familia de
Bretón irá a los juzgados y creen los especialistas que callarán como el
gobierno calla para resecarnos las explicaciones que nos deben como gestores,
callarán porque otorgarán a los ciudadanos, condena de ignorancia, de no poder
entender cómo nos vamos a la ruina, sin que nadie haga nada. Los Bretón dicen
que no tiene nada que ver con lo que ha hecho el presunto parricida, que ellos
creían que eran huesos de animales y a
Ruth, que perdió lo mejor de su vida, se le queda la cara del Rey en Cataluña y
no entiende cómo nadie hace nada para que estas cosas no ocurran y un padre, siempre
presuntamente, se deshaga de sus hijos, los queme como si fueran una falla
improvisada y su familia diga que les corresponde apoyarlo , porque la perito
se equivocó y ellos no sabían nada.
Porque
las fogatas de humo de niños muertos se elevan por tapias y paredes y rezuman
las casan y dan asco y vomitadera, como las ilusiones perdidas, los votos tirados
a la basura y las falsas promesas de trabajo.
Los Bretón dicen que no tienen nada que ver con el presunto parricida y
el pueblo decimos que no tenemos nada que ver con esa lluvia de millones que se
piden al Estado, con esa lluvia de millones que el Estado pedirá a Europa, pero
nos va a caer la radiactividad encima,
porque la lluvia se va a convertir en ácida y marcará como la de Chernóbil no
solo a nosotros y a nuestros hijos, sino a los hijos, de los hijos, de nuestros
hijos.
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