viernes, 4 de noviembre de 2011

MUNDO PODRIDO



Muchas veces leyendo prensa me pregunto en qué mundo estamos…Nos quedamos tan tranquilos con la niña china atropellada vilmente, por , no uno, sino varios vehículos y dejada como muñeca abandona a su rastrero destino por paseantes absurdos, metidos en su propia absurdez , de no querer darse cuenta de nada.

Los padres de Marta y Esther vagan por juzgados como almas en penas, después de Halloween , porque juveniles maleantes dejaron huella sangrienta en sus niñas y las llevaron al lado oscuro de las sombras , donde nada respira , ni se acuna.

El padre de los niños de Córdoba vuelve a la finca paterna a buscar cadáveres enterrados a toda prisa y su abogado da su versión de los hechos porque lo que quiere a toda costa es exculparlo de lo que sea, sin mirar por el bienestar de los hijos perdidos, ni por la madre , desesperada por encontrarlos.

Una jueza en el acto de juicio, sala abarrotada, no se da cuenta de que los micrófonos permanecen abiertos y jacta el dolor de una mujer herida de muerte, porque vio morir en llamas de un atentado a su marido , por ir contra la decisión unilateral de los de la tregua y los nombra, sin que sepa que la oyen, “cabrones, que aún se ríen de ella”.

Pero yo no vi risas más que de nerviosismo, risas de “se nos acabó el invento”, como se nos acabó a todos la humanidad y la solidaridad y esa esperanza que nos llegaba, no sé exactamente cuándo, pero envuelta en seda y raso etéreo.

Hemos perdido muchas cosas por este camino de consumir y de tener amigos invisibles que ahora-encima- nos hablan y nos alientan por la red, aunque no los conozcamos de nada. Queremos querer y a toda prisa, porque se nos va el tiempo y así nos cunde.

Los niños de doce años nos piden teléfonos de marca que hacen de todo menos compañía, o quizás sí, porque los compaginan con los otros, los que matan a niñas que se fueron de casa con tacones de pega y sueños de príncipes rebeldes y desmemoriados, que les juraron amores eternos o que fueron de duros y resultaron camiones aplastando vertebras y manos y cabezas… ¡Pobres niñas chinas!, que no sabían que la maldad anda suelta y que no se puede parar con frases , súplicas, ni con mensajes tranquilizadores, ni con juicios , ni con lágrimas, porque la maldad prospera y se contrae y se expande y tomas distintas formas, como los de ellos, nombres propios, los de cada uno de ellos, que matan porque les da la gana, con pistolas, con las manos, con ceniceros o con lo que tengan a mano, porque tienen el vicio de matar, porque se ven con ganas y luego lloran en coches policiales, el no tener hombría para reconocer lo que hicieron, ni dar paz a los que la perdieron, sean padres, sea madre, sean hijos, maldecidos ya por siempre, al ritmo de sus intestinos, purulentos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario