viernes, 14 de octubre de 2011

EL JINCADERO



El profesor de mi hijo mayor, dice que si no fuera por la Filosofía los hombres aún irían colgados de las piernas de las mujeres cual bolsitos cárnicos y molestos, pidiéndoles a aullidos, janca-janca. No ha cambiado mucho la realidad desde Pompeya, donde las meretrices se publicitaban con penes pétreos en el suelo, por lo menos en lo fundamental del hecho, porque las vemos , aunque no las reconozcamos y por más que los Ayuntamientos se machaquen para hacerlas desaparecer, porque deslucen y desescombran lo que apesta cerca de unas elecciones generales, ellas se resisten , porque les va el futuro en ello y ni cursos , ni formaciones, las liberan de hacer lo que siempre han hecho. Las chinas no se ponen a la cola y junto a las tiendas de veinte duros y gatitos saludadores , han llegado ellas , que no usan preservativos porque se los ahorran las mafias y que solo lo hacen con chinos, que para eso ellas lo son y callan, en horas interminables en pisos patera, sin otra cosa más que sexo obligado y fingido. Es lo que tiene la trata de blancas, que deja a unos con la sonrisa en la boca y a otras con amargor de alma, pero qué más da si las podemos desplazar y no verlas pasear como monstruos bien formados, siempre que no les miremos la cara y veamos dolor y asco y rabias, saboteado por una sonrisa, llena de rimmel barato y carmín corrido. Qué más da que la Filosofía nos diera a Descartes y a Platón , si ellas siguen poblando las calles , las plazas y ahora los inhóspitos descampados, en busca del lobo de Caperucita, solo que ahora, sin tener que ir disfrazado.

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