En la Avenida de la
Bahía andan los vecinos en pie de guerra , por no poder trashumar una barrera
impuesta. Es una rampa el botín que se quiere incautar en la apuesta. No es
cosa baladí si se tiene en cuenta que la discapacidad nos aísla y nos lacra, si
no te dan los medios para romperla. La hermana de Mari Carmen sufrió un ictus y
anda en silla de ruedas, es un decir, porque el ataque la dejó jodida hasta las
cejas. Es tiempo de celebraciones y no de calentarse la cabeza, es tiempo de
que los beneficiarios de Afanas –como ella-hagan su fiesta de despedida del
trimestre y se suban al escenario, hechos unos artistas de la buena voluntad.
La hermana de Mari Carmen asiste cada día, solo que teniendo que sortear , cinco escalones que le tuercen las ruedas. Y
no son los presupuestos, son las circunstancias, son las obviedades y el no
haber estado roto, ni dolerte las dos piernas o estar rendido y quebrado y no
poder hacer lo que quieres , porque tu libertad de movimiento te la condicionan
el asfalto y las peculiaridades urbanísticas del terreno de acceso. Aún me
acuerdo de Natalia, que señoreaba una silla de ruedas, ella con su gran
discapacidad de más de un setenta y cinco por ciento, solo vencida ante su
enorme sonrisa. Pidió insistentemente, por boca de su padre y su madre, al
Ayuntamiento de Moresco una rampa de acceso en su calle y también un aparcamiento.
Se murió sin tenerlos y su madre se cambió de domicilio, trasmutó su piso con
ascensor de muñecas, por una planta baja en un diseminado, donde era fácil la
entrada y aún más las salida. Aún sigue su hermana menor, Raquel, con la que
estudió mi hijo segundo, yendo a Afanas a aprender un oficio y ser autónoma,
como sus padres siempre han querido. No es el día de la discapacidad para
hacerte fotos, ni ponerte por ese rato en la piel de otro , que debe arrastrar
muletas o sillita de ruedas o limitaciones, que si las enumeráramos aquí , nos
darían para llevarnos años. No es la discapacidad más que un envalentonarte y
echar p’adelante como sea, porque otra no les queda, porque los demás no
hacemos caso de nada, que no nos toque y nos moleste la perspectiva. Cinco
escalones no es nada y son vida para las dos hermanas , mejoría para ellas y
para los vecinos , alegría de pies pasando de largo, de zapatillas que no
resbalan en invierno y no tropiezan en verano. Es alegría de 25 , en euros bien
gastados y no en propaganda electoral , ni en salir guapa en las encuestas. Es
machacar y machacar, porque otra no les queda, que, como Mayka Florencio en el
museo de Cádiz, mi amiga desde la infancia, son jabatos y Helenas, que pelean
por un palmo de tierra, capaces de llevar a Troya a la guerra, negándose a
perderla.
Hay que resolver lo de los escalones y escaleras, pero sin que implique estorbo, ni especial gasto de instalacion y mantenimiento.
ResponderEliminarSucede tambien el que achaflanamiento de las aceras en los pasos cebra crea situaciones de peligro, incluso para los peatones, por el subito cambio de nivel, perjudicando el transito de las sillas de ruedas.
¿Se preguntó a los usuarios de sillas que solucion de eliminacion de barreras arquitectonicas les podria ir mejor?
Me parece que conviene que las aceras permitan circular con amplitud o por menos en una superficie llana y confiable y que para subir/bajar una acera puede bastar con una discreta cuña, puesto que siempre conviene atacar los desniveles de espaldas y con las ruedas grandes. Tambien deberia ser estandar una minima motorizacion de las sillas de ruedas a modo de ayuda en pequeñas cuestas. Incluso para un acompañante seria muy buen asunto, pues esos pequeños inconvenientes se superarian sin notarse y propiciarian mas paseos.