Nos llovió con ganas y
arrasaron las aguas empantanadas, para que ahora tiemblen las narices y
estornudemos alergias. Nos caen las noticias como lágrimas de cristal, porque
vemos barbas trasquilar y no tenemos pelo hirsuto que nos raspen, solo cuello famélico,
de tanto pensar.
No hay nada que queramos saber, nada que dudemos, solo estornudamos
malestar, babeamos deseos y nos quedamos, las más de la veces, en la puerta de
un local, viéndolas venir, porque ya no compra casi nadie.
Las tres gotas que cayeron del cielo, no nos hicieron más angelicales,
sino más humanos, porque hasta el hijo de un dios quiso serlo y no vagó por el
mundo con las alas a cuestas, sino con pies descalzos o alpargatas viejas. Puede que muchos soñemos con que sobres cargados de euros, como gotas,
nos caigan del cielo.Puede que muchos soñemos con aprobar una oposición , que
no se convoca, con que encontremos un trabajo o con que paguemos la hipoteca,
con el sueldo de Nescafé. Porque
aún esperamos en el más grande desespero, que nuestros hijos no se pudran, que estudien,
que se hagan mayores, que estén sanos, que sean amables, que toleren a los
intolerantes y no les partan la cabeza , con una barra de metal , como otros harían
con ellos. Porque
somos de la casta de los idiotas que toleran lo intolerable y ven en las urnas,
en el debate, en la manifestación, expresiones cumplidas de sus ganas de
rebotar todo , hasta que te hagan caso, para que los oídos sordos , nos miren
con su cara estupefacta , por quejarnos a la hora de violarnos, nuestra
libertad de expresión. Tres
gotas cayeron del cielo, pero no nos dieron la santidad, nos revinieron, en
cambio, porque tenemos hambre y no comemos, porque queremos leer y el IVA está en
todas partes y los espectáculos se tienen que reinventar y abaratar, porque es
más fácil que hacerle cambiar a un ministro, la magnitud de un IVA que nos
asfixia y atraganta. Somos más, pero en realidad somos menos, porque no vencemos,
no imponemos y nos sacrificamos, como los corderos. Nos constreñimos, nos
arrugamos como vientres de vieja y dejamos que se rían en nuestra cara, porque
somos tan humanos que damos risa a los que se creen dioses, para imponernos lo
que no votamos, sacándonos buena tajada de
vísceras con los impuestos, diciéndonos cómo y de qué manera debemos educar a
nuestros hijos. Tres
gotas cayeron del cielo, pero no en una confirmación, ni en un bautizo, no hubo
cura, solo entierro de almas, en medio de una
plaza, donde la plaza tiene una torre, la torre tiene un balcón, el
balcón tiene una dama, y la dama, una
roja flor.
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