viernes, 17 de noviembre de 2017

TRES TONELADAS

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 En la Barriada del Saladillo se desayunan con balas.                                                                  Desde Málaga llegaron narcotraficantes seguidos a  la rueda por los beneméritos. Cuando entraron en una casa de Antonio Machado se blindaron todos los accesos coordinándose civiles, locales y nacionales. Aquello era un episodio Made in Spain entre el “CSI” y “Mentes criminales”. Para muestra de desayuno férreo un Mercedes blanco abandonado y coches cercanos con marcas de balas.                                                                   Los periodistas zumbaban en pos de las noticias mientras los mirones aguardaban. Una vecina de los pisos altos creyó morir -dándole gracias a todo lo que la había salvado -porque una bala había travesado una ventana de su casa. A las once de la mañana con cafés por medio, los niños casi en el recreo y la comida sin hacer, entraron en la vivienda en la que se había refugiado el presunto. Llevaban una orden judicial como la que pidió la rubia de la heladería” Otoño” después de haber lanceado al que asesinó y guardó en el congelador. Se encontraron con que los Narcos habían huido pero les habían dejado la Navidad adelantada de casi tres toneladas de hachís. Salió un guardia civil herido en la pierna, pero está recuperándose de un chance que hilvanaron agentes de Málaga, Algeciras y hasta Ceuta.                                                                                                   El Saladillo se recupera hasta la próxima.                                                                                        La vecina – del tiro en la ventana-se medica de la ansiedad que va para crónica porque este es el cuarto percance en lo que va de año, con tiroteo por el robo de cargamento entre bandas, otro por líos de sangre con tracas valencianas y un herido más en el hombro por una bala perdida.                                                                                                                        Los del IES del García Lorca asentado en el Saladillo son los más trabajadores porque no quieren que una bala les aterrice en el alma, sino  trabajar y prosperar a curro vespertino. No da esto inseguridad sino ganas de salirte corriendo como los dibujos animados porque las películas están muy bien, pero los narcos ni tienen alma ni les importa nadie. Lo más escapar para sacar botín de sangre.                                                                   La droga mata desde el inicio en que se hace hasta que se pace. Mata por refilones de balas, por ataques de ansiedad , por gente de doce que se levanta sin ganas para ir al instituto porque ven lo fácil que es amañarse un Mercedes para dejarlo abandonado cuando tienes que cruzar calles a pie ligero porque te persiguen los civiles. Matarifes de tres al cuarto consentidos hasta ser encarcelados, luego el “mete y saca” de los clanes y la Mafia que les inspira sin actores importantes sino pasacalles.                                                                           El Saladillo late como un corazón asmático, como una perra agónica que espera turno para que la capen porque ya no puede más con tanta carga, con tantos hijos mamándole de las ubres sin leche que da la drogadicción, la miseria y el hambre. Tres toneladas de mierda pura, de cagajones de gato, guano para desgraciados que se parten el pellejo para transportarlo dándole la muerte brindada al infeliz que lo cate.

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