Mucha gente que
conozco, quiere escribir . Otros incluso lo han intentado y tienen el resultado
del experimento , físicamente enterrado , en uno de los cajones de la mesa del
ordenador.
No
soy quién para decirles, el cómo sí, más que para animarles a los Amazones, a
los e- bookes, a las autopublicaciones y otras malvas que los dejarán un poco
empobrecidos y un mucho desilusionados.
Lo que sí puedo decirles es el cómo no, con las desazones, el no cobrar,
el esperar, el poner dinero, el que te quieran estafar y burlarse de tus ganas,
a cada correo electrónico que recibas.
Si se quieren dedicar a esto, después de este botón, allá ustedes, que
sabrán lo que hacen, que yo a mis hijos les digo que ni se lo piensen, que no
merece la pena.
Verán, a los dioses que les publican, a los que llenan los escaparates y
salen de vez en cuando por televisión, son fantasía de necio, Vargas Llosa de
porcelana y novia de tul, porque la realidad de la escritura es el añorar un
trabajo de cinco horas, remunerado a final de mes.
Si
de verdad quieren hacerlo despues de saber esto, adelante, búsquense un premio
y compitan por él, lo mismo les toca la primitiva y se creen que todo el camino
está trillado. Machuquen lo que tienen escrito y dénselo a leer a alguien que
entienda, que no envidie, que no sea demasiado cruel y sobre todo que tenga
tiempo para endosárselo en las carrilladas.
Luego , camino
escaldado y peregrinación, que todos los escritores y figurantes son caminantes
y en uno y otro bache nos encontramos las jetas.
El itinerario no está nunca trazado, pero el destino sí. Antes era
claro, enchufarte a una editorial y parirle hormigas obreras, pero ahora, baila
entre meterte en vena lo que sea, llámese escribir donde te llamen , o bien seguir en solitario publicando donde te
dejen o donde dejes caer la cuenta bancaria.
Los premios no son más que currículo, que no cuenta para llenarte el
estómago sino para acarrear polvo en certámenes que ganaste y ya no te acuerdas
ni de qué eran.
Lo publicado , antologías de quita y pon, perdido en tu biblioteca, de
las que nadie llega a tener noticia. Las novelas premiadas, los cuentos, los
microrrelatos, los artículos , correduras de lacio mirándose al espejo. Porque
es vanidad, es querer pavonearte, como muchos a los que he visto recorrer medio
país, para recoger una estatuilla y levantarla como si fuera un Oscar ante una
mini cuadrilla enjoyada y enfajada, de una ciudad de provincias. O en una feria
de pueblo mayor, con Reina elegida y sonriente, mujer que debería estudiar y
prosperar y recordar eso como anecdótico, entre las brumas de la adolescencia. Podría
contarles la necedad que encierra el creerte especial, el pensar que tienes
algo que contar cuando alguien nacido de un reality televisivo inunda las
ferias del libro y consigue que su libro sea el más vendido.
Cuando un editor te corrige y te corta las frases, cuando un censor no
mira más que por los margenes, cuando la gente que te lee no sabe de penurias
porque se las callas y lo más que hace es caldearte y animarte, para un combate que desde que se inició, ya
estaba amañado.
Mucha
gente quiere escribir y no seré yo quien les quite las ganas porque engancha,
porque transmuta como la mordida del vampiro, metiéndonos sangre muerta,
convirtiéndonos en penadores de alma partida, en zombis sin conciencia, poco
más que roedores de libros, de paginas inciertas.
No seré quien les diga que la partida está amañada, que los
preservativos salieron de fabrica agujereados y que Cenicienta jamás se casó
con el Príncipe , porque era lesbiana.
Aún así cada día alguien roza su sueño, quizás mañana sea el tuyo
ResponderEliminarNunca nada será peor que la mala y arrastrada vida de don Miguel de Cervantista y Saavedra y ahí lo tienes.
ResponderEliminarBesos.
Vosotras sí que sois un premio, qué narices
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