Puede que tengamos la
Navidad calentita, porque Cataluña es un jeroglífico que ningún ratón se
salta.
La corrupción es lo que tiene , gente entrando y saliendo de juzgados,
peripuestos, avejentados algunos y otros contrahechos.
Intentamos cada día vernos lo bueno ,como Chary Arjonilla que presume de
pies, porque los tiene en el suelo.
Es dificil no se crean que éste es país de mascamoscas y no habrá para
nada, pero sí para aparentar, que el dieciséis lo llevamos en vena y se
abrieron entonces los balcones a la calle para estar al tanto , de lo que los
paseantes hacían.
No es que seamos cotillas es que nos gusta saber y queremos estar a la
última , que da igual como se llame la reliquia, cumpleaños o fiesta pijamas,
porque los dolientes no van a ser menos que la inmensa y tonta mayoría.
Nos damos
trompicones contra los muebles y nos salen cardenales apostatando, hasta en la
sopa, que es ranchera y cortita , porque llevamos a saco el ir a la moda y que
los niños luzcan galas en las competiciones deportivas. Grita
más el que menos puede y se enorgullece el chulo, el bacalao y la mema, que no
la ida, que esa va a su rollo de preguntas sin respuestas. Hay
desamor por todas partes y como las cuentas no salen, cambiamos de pareja, que
lo nuevo siempre atrae , como escoba con la etiqueta puesta. Hay mucho soltero
revenido a la búsqueda de la incauta, de la que resiste y aguanta, de la culo
prieto y tetas arriba. Hay mucha abandonada a pie de colegio, amargada,
constreñida y sola, con la sonrisa congelada, mirando irse a los niños en la
fila. Luego quedan los cafés, las charlas insustanciales, y verlo todo como
deja vu, que comuniones hay todos los años, porque parece que estamos en el día
de la marmota. Lo mismo es la verdad porque Pujoles habrá siempre, entrando y
saliendo de juzgados.
Cataluña es un
jeroglífico que se nos cae de lejos, que se nos persigna por el plasma y que
nos da muy igual cuando nos falta el trabajo, el dinero, la diversión y un amor
que nos eche fuego en las mantas Paduana. Con
suerte tendremos una Navidad calentita con imágenes congeladas de Doña
Manolita, con la Esteban en pepitoria y Mas cantando a ritmo del lago de los
cisnes. Con suerte mereceremos vacaciones por palabras, con turrones sin azúcar
que sepan bien y encima ni engorden, que es meta cotidiana no hacer ni el
huevo, comer a buffet de rajá y pesar como los ángeles.
Pobres de todos
nosotros que somos tan yermos, caducos de
cuerpo entero, ahí leyendito muy peripuestos, con nuestro intelecto tan
tieso. Mientras, nuestra vida se nos va, como marmota ladina, volteándose para
volverse a encontrar, sin que en realidad haya nada, más que una nueva arruga
que nos nació en mitad de la cara. No hay mal que no arregle, un pegote de
esperanza.
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